Este Tarot, que en realidad no lo es, si no un juego de 50 cartas o grabados de maestros iltalianos del siglo XV, fue creado hacia el 1465, y sería uno de los antecesores que conocemos, de la baraja de hoy de 78 láminas, 22 de las cuales son Triunfos o Arcanos mayores, y 56 los Arcanos menores, divididos en cuatro palos: bastos, copas, espadas y oros.

Reconocemos claramente algunas coincidencias con el Tarot de la tradición marsellesa, como la Templanza y la Justicia, y muchas similitudes, como la del Mísero con el Loco, el Artesano con el Mago, la Retórica con la Justicia, la Fortaleza con la Fuerza, La Primera Causa con El Mundo, y así.

Existe también una interpretación, por medio de la cual se unirían las estructuras del Tarot de Mantegna y la de los otros Tarots tradicionales, que señala que los grupos del Tarot de Mantegna se ordenarían siguiendo las cinco primeras letras del alfabeto, que se suponen deberían ser consideradas como las iniciales de palabras italianas indicando los palos del juego de cartas y sus triunfos: Epade (espadas), Danari (oros), Coppe (copas), Bastoni (bastos), Atutti (triunfos).

Presentado por primera vez en Chile, por el maestro restaurador y tarólogo Pablo Robledo, quien fuera premiado en 2013, por la Tarot Association en la categoría mejor “mazo histórico”, por su versión del Tarot de Marsella, fue un agrado y honor recibirlo, por tercera vez, aquí en Casa Haciendo Sagrado lo Cotidiano, en esta ocasión, con su propia versión, firmada y numerada, del Tarot de Mantegna.

Las láminas del Mantegna, presumiblemente escenografiadas cerca de los “castelos” de Ferrara, eran llamadas “Carticellas”y funcionaban a modo de cromos, que se usaban con fines educativos y edificantes a niños de buena posición social; hijos de cortesanos, de la nobleza o de personas pudientes.

Decoradas con detalles en oro, al igual que los primeros Tarots de esta franja histórica, como el Visconti-Sforza, obviamente aludían al principio universal de la luz dorada, del Splendor Solis de los alquimistas, del hombre y su origen divino.

Las 50 figuras se reparten en 5 series de 10, que, en orden ascendente, ilustran el mundo de la época.

La primera, la E, habla de las condiciones del hombre, en que encontramos al Mísero (o Mendigo), Sirviente, Artesano, Mercader, Gentilhombre, Caballero, Duque, Rey, Emperador, Papa.

La segunda serie, es la D. Por encima del hombre están las Musas y el dios Apolo. Calíope, (‘la de la bella voz’); musa de la elocuencia, belleza y poesía épica o heroica; Urania, (‘la celestial’); musa de la astronomía, poesía didáctica y las ciencias exactas; Terpsicore, (‘la que deleita en la danza’); musa de la danza y poesía coral; Erato,(‘la amorosa’); musa de la poesía lírica-amorosa (canción amatoria);  Polimnia, (‘la de muchos himnos’); musa de los cantos sagrados y la poesía sacra (himnos); Talia, (‘la festiva’); musa de la comedia y de la poesía bucólica; Melpómene, (‘la melodiosa’)musa de la tragedia; Euterpe, (‘la muy placentera’); musa de la música; Clio (‘la que ofrece gloria’); musa de la Historia y Apolo, dios del Sol, las artes y la profecía; jefe del Coro de Musas.

La serie C, recoge las Siete Artes Liberales y las 3 Ciencias, es decir, Gramática, Lógica, Retórica, Geometría, Aritmética, Música, Poesía, Filosofía, Astrología, Teología.

La serie B, los 3 genios y las 7 virtudes. Iliaco(Genio del Sol) , Crónico (Genio del Tiempo) y Cósmico (Genio del Mundo). Templanza, Prudencia, Fortaleza, Justicia, Caridad, Esperanza, Fe.

La serie A, los 7 planetas (hasta ese entonces conocidos) y los 3 principios cósmicos. Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno. Octava Esfera (las estrellas fijas, las constelaciones), Primer Movimiento (la energía Divina que pone en movimiento a los Astros), Primera Causa (donde habita Dios).

Presumiblemente ilustradas por Baccio Baldini y Sandro Boticelli, también se hallaba entre ellos Andrea Mantegna, perteneciente a la escuela de Padua, el gran grabador italiano de la época, motivo por el cual las láminas del Tarot le fueron atribuidas.

Por supuesto encontramos muchos guiños  en esta imágenes que crearon los hombres del Renacimiento, a las figuras que conocemos hoy en el Tarot, que se concebían como una manera de alcanzar la Verdad que buscaban. Y como es sabido y subrayado por algunos alquimistas, los antiguos ocultaron los secretos de sabiduría, no sólo en los escritos, sino también en imágenes, caracteres, cifras, que no eran comprendidos sino por quienes tenían conocimiento de tales secretos.

Lamentablemete el hombre actual  ha perdido esa nostalgia de pertenecer y ha diluido en el tiempo esta prisca sapiencia. Afortunadamente, ella sigue latiendo ahí, aún en los vestigios de estos potentes símbolos. Ojalá tengamos la lucidez de recuperarlos.

¡Gracias como siempre Pablo Robledo por esta magnífica e inconmensurable labor de rescate y difusión del gran libro de la vida llamado Tarot!