El fundamento de las religiones y tradiciones antiguas es el ANIMISMO, esa curiosa mirada que otorgaba “vida”, o mejor, “alma”, al mundo y a la diversidad de su manifestación. En tiempos modernos esto posee un nombre con menos gracia: “PROYECCIÓN”. Como sea, nuestra capacidad de “superponer”nuestros contenidos internos en objetos o personas, es extremadamente interesante y compleja, porque está estrechamente relacionada con nuestra capacidad de SIMBOLIZAR.

“En Bollingen estoy en mi más propia esencia, en lo que a mí respecta. Aquí soy, por así decirlo, el «hijo primitivo de la madre». Así se dice sabiamente en la alquimia, pues el «viejo», el «primitivo» a quien experimenté ya de niño, es la personalidad número 2 que siempre ha vivido y vivirá. Está al margen del tiempo y es hijo del inconsciente maternal. En mis fantasías el «primitivo» adoptó la figura de Filemón y en Bollingen está vivo. A veces estoy como abierto al paisaje y a las cosas, y vivo yo mismo en cada árbol, en el murmullo de las olas, en las nubes, en los animales que vienen y se marchan, y en las cosas. No hay nada en el torreón que no haya crecido y evolucionado en el transcurso de las décadas y con lo que yo no esté unido. Una tarde, lo recuerdo todavía con exactitud, estaba sentado junto al fuego y había colocado encima una gran olla, pues quería calentar agua para lavarme. Entonces el agua comenzó a hervir y la olla comenzó a cantar. Se oían muchas voces o instrumentos de cuerda y sonaba como una orquesta polifónica. Era algo así como música polifónica, que por cierto no puedo sufrir, pero que me pareció singularmente interesante. Era como si en el interior del torreón se hallara una orquesta y otra en el exterior. De pronto predominaba una, de pronto la otra, como si se respondieran mutuamente. Yo estaba sentado y estaba fascinado. Durante más de una hora escuché el concierto, esta mágica melodía de la naturaleza. Era una música suave con todas las disonancias de la naturaleza. Y ello era fiel, pues la naturaleza no sólo es armónica, sino terriblemente contradictoria y caótica. Así era también la música: un torrente de sonidos, como algo propio del viento y del mar —tan extraordinario, que no hay modo de describirlo”
CARL G. JUNG “Recuerdos, Sueños, Pensamientos”

Desde el punto de vista de la vida simbólica, la tragedia del mundo contemporáneo incluye la pérdida de la capacidad de “ANIMAR”, tan estrechamente ligada al juego infantil, y que perdemos al entrar al mundo adulto. El refinamiento, al nivel de maestría, de esta capacidad, es la Teurgia. Las capacidades y fenómenos atribuidos a Plotino y sus discípulos, al misterioso Apolonio de Tiana, a Pitágoras y Heráclito, al misterioso Corpus Hermeticum (donde se enseñaba a animar estatuas de dioses), a las leyendas cabalísticas acerca del Golem, al homúnculo y al cuerpo de luz de la Alquimia, y más recientemente, a los fenómenos de Sincronicidad, tienen este factor en su base.

La pérdida de la capacidad de Animar es un efecto de la pérdida de “ALMA”. Ciencia sin alma, Psicología sin alma, Educación sin alma, Religión sin alma, Política sin alma, Esoterismo sin alma (tema al que dedicaremos un próximo artículo).

La capacidad de “animar” va más allá de creer (tal como ocurre en el New Age y el superficial y supersticioso esoterismo actual) en entidades y seres “literales” del viento y el agua, que “mueven árboles y ríos”, que “pintan el atardecer”, que “entregan sabiduría cósmica y profunda”, etc, etc. El Esoterismo clásico (con “alma” y muy olvidado) sabe muy bien que dimensión otorgar a estas manifestaciones de la Vida Una. Va más allá de una falsa y difundida dualidad, uno de cuyos polos es el cientificismo racionalista, y el otro, el misticismo barato New Age que inunda nuestro mercado: “VER PARA CREER” versus “CREER PARA VER”.

Las lamentables noticias referentes al ícono popular Tito Fernandez y otros “terapeutas iluminados” menos conocidos, junto a la reacción del Premio Nacional de Ciencias José Maza frente a una pregunta acerca de la Astrología, son síntomas de esta falsa dicotomía.

Es claro que esta antinomia aún no alcanza el nivel de una verdadera TENSIÓN DE OPUESTOS, fértil y promotora de evolución. Ni José Maza tuvo la amplitud para considerar los aspectos históricos, psicológicos y filosóficos de su propia disciplina (Newton era alquimista y Pauli, premio Nobel de Física, era experto en el trasfondo arquetípico de las ideas científicas de Johan Kepler), reduciendo la experiencia vital a algo meramente cuantificable, ni los gurúes “esotéricos” locales tuvieron el fundamento necesario para dar una respuesta con un sentido profundo. Solo superficialidades del tipo “cualquiera puede creer lo que quiera, y hay que respetarlo”, “le falta intuición o corazón” o “pertenece a un signo zodiacal de tierra”, como si la conexión con lo Numinoso y el Misterio fuera algo tan light e idiota como el “ser y tener buena onda” (no hay que olvidar que los mitos de evolución son mitos guerreros, desde el Mahabharata hasta el Ciclo Artúrico. No excluyen al Amor, pero son de lucha, cosa a la que también le dedicaremos un artículo). La consecuencia obvia es que el conocimiento sagrado de muchas tradiciones antiguas (y que fundamentó civilizaciones) seguirá siendo tema solo de matinales televisivos, en el mejor de los casos, y usado para abusos de todo tipo, en el peor de ellos.

El camino de integración o trascendencia de esta nociva dicotomía, es una ciencia exacta:

Una característica muy interesante de la mirada animista, tan cercana al pensamiento mágico primitivo y al “buen salvaje” de Rousseau, es que parece ser un primer intento de recuperar una mirada simbólica que abra caminos al alma. En el Diálogo llamado “Fedro”, Platón por boca de Sócrates, dice que «Todo cuerpo que sea movido desde fuera, es inanimado; al contrario, todo cuerpo que sea movido desde adentro, es animado; tal es la naturaleza del alma» (Fedro, 245 d). Tenemos capacidad de “animar” si nosotros mismos estamos dotados de alma. Los primeros y más importantes daimones a contactar son los que habitan nuestro interior, los que forman nuestra Alma, nuestra Psyché. De su calidad dependerá nuestra calidad. Platón lo sabía, al establecer una jerarquía para las tres partes del alma.

Solo después de ello, podríamos entrar en la percepción de los grandes Daimones, aquellos que forman el Ánima Mundi… aunque la empiria del proceso de individuación parece decir que ambas cosas ocurren simultáneamente, y permiten la emergencia de fenómenos de Sincronicidad (no de Sincronía, que es otra cosa).

Por ahora, somos seres des-almados, cohabitando en un planeta espiritualmente árido, pero materialmente lleno (no es casualidad que la obra cumbre de Saint-Exupery, “El Principito”, tenga lugar en el desierto). Y la escasa energía “psíquica” o “álmica” que poseemos, la usamos para animar, consciente o inconscientemente, toda clase de “gadgets” (hijos de la gran diosa de nuestros tiempos: la Tecnología), y toda clase de creencias y dogmas convencionales (estado, religión, democracia, mercado, “american-russian-chinese-chilean way of life”, igualdades y desigualdades de género, familia, etc…), que al final se convierten en una “prisión para el Alma”. Las ideologías de cualquier tipo, materiales o espirituales, terminan devorándola. El siglo XX fue el ejemplo más terrible…

Nuestro trabajo en Haciendo Sagrado Lo Cotidiano es preservar y desarrollar, con la mayor seriedad y profundidad de la que seamos capaces, una vía integradora, trascendente e inmanente. Nuestra meta es alta, pero lucharemos por ella. Construir algo con lo que nuestros progenitores espirituales nos heredaron. No es su tiempo, es el nuestro. Con ello los honramos. Y de su tradición y nuestra innovación, es que esperamos crear y desarrollar algo nuevo, desde la semilla…

Los dejamos con el notable cortometraje titulado “The Shaman” de Marco Kalantari (pueden activarse los subtítulos en el ícono correspondiente bajo la pantalla). Cualquier similitud con el mundo que NO VEMOS A SIMPLE VISTA, es pura “coincidencia”: