El amor entre hermanas está sanando al mundo. Lo dije, lo digo y lo seguiré diciendo, desde que empecé hace más de 10 años (en esta vida, claro) a realizar los Millonésimos, círculos de mujeres bautizados con ese nombre, en honor a uno de los libros de la maestra Jean Shinoda Bolen.

Sororidad, una palabra con un halo misterioso y refulgente. Es la expresión femenina de fraternidad. Significa hermandad. Siempre he creído en ella, quizás por mis antiguas vidas de bruja, o de monja contemplativa.

Porque desde siempre, he entendido también, que la hermandad traspasa con mucho, las fronteras de las hermanas de sangre. De esa naturaleza, tengo dos. Con ellas, y mi sobrina, somos pequeña tribu.

La gran tribu es con mis amigas del alma, con las chicas del Millonésimo Círculo, con las que asisten a  las Bendiciones del Útero.

Somos mamíferas y manada. Entre todas hemos sembrado semillas que hoy florecen. Porque como las flores, no competimos. Nos sabemos todas bellas. Nos apapachamos, nos cuidamos unas a las otras. Sabemos que lo que le pasa a una, es reflejo de la otra.

Lo que me sana a mi, te sana a ti, nos decimos mirándonos prístinamente.  Ese es el amor entre hermanas. De corazón a corazón. De útero a útero. Ese es el que le estamos enseñando al mundo, el que está sanando al mundo, el que está transformando al mundo.

El domingo recién pasado, 8M, una de mis hermanitas traspasó las fronteras de sus miedos. En nuestra bellísima, pacífica e impecable marcha, exorcizó, venció, se liberó. Envió este mensaje al grupo, que con su permiso copio:

Hola hola soy la Vivi, hermana de la Mónica.
¡Gracias a todas por la acogida y compañía el día de ayer en la marcha, por la ruda, la protección y la buena onda! ¡Pude expiar mis traumas!
Un abrazo a cada una, les deseo lo mejor. Cariños miles.

Lloro. Río. Amo. El amor entre hermanas está cambiando al mundo.

Fotografía de la película Mamma mía.