Ya sea frente a un lago o mirando un estanque de aguas cristalinas, nunca tengas pensamientos, palabras o sentimientos negativos frente a un espejo; al contrario, envía sentimientos y pensamientos positivos, y éstos  volverán a ti.
Por su capacidad de duplicar la realidad, los espejos son poderosos talismanes; mirarse en un espejo es conocerse y reconocerse, derramando bendiciones o maldiciones.
Durante mucho tiempo el espejo desempeñó funciones muy distintas a las que actualmente tiene, pues para varias culturas significó la puerta de comunicación con sus dioses o ancestros, y por lo mismo, era fuente de conocimientos ocultos, oráculos o presagios, ya que de él podían emerger respuestas o seres procedentes de otros mundos.
En nuestras vidas de hoy, los espejos ya no son portales, sino objetos de autocontemplación y reflejo de nuestro universo.
La realidad es un espejo; somos lo que pensamos que somos.
Y toda nuestra vida nos refleja; nuestro trabajo, nuestra pareja, nuestros hijos, nuestras casas, nuestros amigos, nuestras acciones.
Por eso, hónrate como la criatura divina que eres, y crea frente a tu espejo, tu propia realidad.
“Dios nunca inflige castigo o ejerce juicio sobre nosotros. Son nuestras propias acciones negativas las que rebotan en nuestras vidas como reflejos del espejo cósmico. Hoy, realiza acciones positivas para que se refleje energía positiva de regreso a ti”. (de la Kabbalah )
Ilustración: Espejo, de Norman Rockwell