– Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón… Es bueno que haya ritos.
– ¿Qué es un rito? – dijo el Principito.

– Es algo también demasiado olvidado – dijo el zorro. – Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas…

La llamada a mitad del día, la bendición o el beso de buenas noches a nuestra pareja e hijos, son ritos de amor, de preocupación por el otro, que forjan la unión.

¿Pizza los días viernes? ¿día de pijamas de vez en cuando algún domingo?

No importa que tan sencillo sea tu ritual: repítelo y haz hogar.

Tu hogar. Un lugar tan sagrado, tan privado y tan tuyo, que necesitas una llave para entrar en él.