¡El amor es lo único que salva! parece gritarnos esta bella película, cuando Phillipe y Pépinot se encuentran luego de cincuenta años para leer el diario de vida de un tal Mathieu, supervisor de su escuela de infancia y maestro de coro no oficial.

El amor es lo único que sana, cuando Clément Mathieu, profesor desempleado de música, llega como nuevo preceptor a ejercer funciones en un reformatorio de niños llamado Fond de L’Etang (literalmente “El Fondo del Estanque”),  en la Francia de la posguerra.
El precepto, quien advierte apenas pisa el internado, que los niños son tratados bajo la ley de acción- reacción, lo cambia todo, cuando en vez de reactividad, enarbola la bandera de la conciencia, mostrándose propositivo en la escuela correccional, rescatando a los pequeños conflictivos del fondo del estanque, haciéndolos nacer de nuevo, – cual flor de loto brotando del más oscuro pantano-, consiguiendo que sus vidas cambien para siempre.
Clément Mathieu rompe las cadenas de esos niños a través de su querida compañera la música, confirmando que una pequeña luz en la oscuridad, todo lo alumbra.
Bruno Coulais es el autor de la música, quien junto al director Christophe Barratier, recorrieron Francia en busca de un coro de niños que pudiera hacer la banda sonora de la película. Lo encontraron en Lyon, en la catedral de Fourriere, con los pequeños cantores de San Marcos.
La voz sobrecogedora de un niño de doce años los conmovió especialmente: era la de Jean Baptiste Maunier, quien finalmente estuvo a cargo del papel de Phillipe Morhange.
Christophe Barratier. Los Coristas. Francia, Suiza, Alemania. 2004.