“Octubre de la Sombra huye,
pero si sales al Sol,
cuida de la insolación”

Cinesóficamente hablando, algunos Arcanos del Tarot son difíciles de identificar o percibir en una película, especialmente aquellos que no tienen figuras antropomórficas, y que se refieren mas bien a estados de ánimo, disposiciones psicológicas o fases espirituales, situaciones donde los procesos de autoconocimiento pueden estancarse, tornarse confusos o verse sometidos a variables (endógenas y/o exógenas) que no captamos, o que nos trascienden.
En términos simbólicos, sería más sencillo reconocer la constelación de un arcano como el Diablo (Arcano 15), que uno tan representativo de estados emocionales ambiguos como la Luna (Arcano 18). Pero de repente surge de las manos de un cineasta (o de su inconsciente o su alma, según creamos), una película que deja ver claramente algunos aspectos específicos de esos arcanos difíciles de percibir y plasmar. Esto ocurre con “OCULTO EL SOL”, opera prima del cineasta argentino Fabricio D´alessandro que, dicho sea de paso, incluimos desde ya como película representativa del Arcano 18 en el catálogo de filmes de nuestro taller “CinemaTarot” (al lado de “Hechizo de Luna” de Norman Jewison, “Una Mujer bajo la Influencia” de John Cassavetes y “Fresas Salvajes” de Ingmar Bergman entre otras):

“OCULTO EL SOL” representa y resalta aspectos muy interesantes del Arcano “La Luna”. Observemos su representación clásica en el Tarot de Rider Waite, y una alternativa del Tarot New Vision (la versión “lunar” del primero, que muestra la espalda del arcano, el lado que nunca vemos):

En los dominios de este Arcano, es pertinente la frase de Jung de que nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, si no haciendo consciente su oscuridad (explícita en la película). Al respecto, Sallie Nichols escribe: a diferencia del Sol que es brillante, seguro y caliente, la Luna es pálida, inconstante y fría. Por ende, con la ayuda de su luz podemos ver sombras hasta ahora desconocidas. Mientras que a la luz del sol los objetos aparecen claramente recortados, como entidades separadas y márgenes definidos, bajo el pálido brillo de la luna estas clasificaciones hechas por el hombre desaparecen, ofreciéndonos una nueva experiencia de nosotros mismos, así como de nuestro mundo. Asusta ver que nuestro mundo compartimentado se disuelve y desaparece bajo el influjo de la luz de la luna; pero tan pronto como nuestro ojo se acostumbra a su luz, ese miedo se convierte en asombro y maravilla. (1)
Tradicionalmente asociada a aspectos femeninos, imaginativos, subjetivos e intuitivos, con sus peligros y delicias, el camino mostrado en la carta se corresponde con la “vía lunar” alquímica. Bajo la luz reflejada por nuestro satélite natural, todo se tiñe de color levemente plateado, la visión es tenue, lo que se mira puede no ser lo que creemos que es. En cierto modo, es un reflejo del acceso a nuestro inframundo, con sus perros guardianes de pelo erizado, sus dos torres impertérritas (lo masculino se petrifica en los dominios de Hécate, según la representación del Arcano en otras versiones del Tarot, como el Mítico de Liz Greene y el Spiral Tarot), lo acuoso abunda, y la energía emocional (que controla las mareas interiores) se eleva, en las gotas magnetizadas por la faz femenina de la Luna. Es carta de introspección, invitando (no siempre con buenos modales; basta ver “The Cell”, de Tarsem Singh, 2000) a bajar a nuestro inframundo, con sus riesgos y aventuras, para ver lo que hay en la penumbra.
¿Qué es lo que provoca esta oscuridad? Puede ser el ciclo natural del día y la noche de nuestra vida regular. O también, el extraño fenómeno del Eclipse total de sol. Ambos fenómenos interiores están simbolizados en la carta, pero este último es el que nos interesará en relación a “OCULTO EL SOL”. En el magnífico catálogo de símbolos editado por A.R.A.S leemos al respecto: el término eclipse, que procede del griego ekleipsis, significa “abandono, fracaso, cese, omisión o defecto”. Los eclipses solares suceden cuando una Luna oscura o nueva, descrita en los mitos como poco propicia o peligrosa por estar oculta, pasa frente al Sol. Un eclipse solar significaba el desamparo de la Tierra por la “supresión” de su símbolo de creación, vida, calor, luz y consciencia. A destiempo, la oscuridad reina, aunque sea brevemente, relacionando el eclipse con siniestras posibilidades. En los eclipses parciales, los planos de las órbitas del Sol y la Luna no están perfectamente alineados y la Luna solo irrumpe en una parte del cuerpo del Sol, deformándolo. Muchos pueblos pensaban que un eclipse de Sol era el principio solar herido y devorado por la serpiente, el jaguar, el demonio o el dragón cósmico, las fuerzas de la noche, oscuras y telúricas. Otros describían un eclipse como la persecución y el incestuoso coito entre hermanos divinos. En la Alquimia se representaba el solar como la inmersión del Sol en la fuente “lunar”, o como una inclusión de lo masculino en lo femenino. Estas imágenes reunían los temas de la unión, la disolución, el matrimonio mortal o el equilibrio inactivo de opuestos que se anulan mutuamente. Y, sin embargo, el eclipse también presagiaba la posibilidad del renacimiento en la matriz psíquica o, a consecuencia del coito simbólico, la concepción de un nuevo espíritu, de naturaleza doble, solar y lunar (2).
Tras OCULTO EL SOL hay un eclipse (se nos anuncia al empezar la película), y tras el eclipse, las fuerzas psicológicas y espirituales del Arcano 18, que se manifiestan en las 7 historias presentadas:

1) Una mujer busca a su hermana que, vestida de novia, se ha escondido en un edificio algo ruinoso (símbolo de su vida exterior) para escapar de su inminente boda.
2) Otra mujer, en una tensa visita a su hermano, le entrega una caja con un contenido misterioso.
3) Una pareja de bailarines en gira, donde él comienza a manifestar el cansancio y el aburrimiento con la existencia que llevan.
4) Una mujer burguesa y su amante rechazado (un mago), tienen su última cita en el estacionamiento subterráneo del edificio donde vive la mujer, antes de que aparezca el marido.
5) Dos amigas jóvenes entran sin permiso a la casa vacía (de cuartos blancos como la Luna) de una actriz famosa. La recorren e inician un juego de cambio de identidades al vestirse con las ropas de la mujer.
6) Una mujer extranjera y desempleada, enfrenta el miedo a la soledad y la indiferencia de su marido, un médico estresado.
7) Un músico, encerrado en su habitación oscura, intenta componer una canción mientras es acosado por una voz familiar del pasado.

Todas las historias comparten características “lunares”: sus personajes se asoman a su inframundo, su inconsciente personal donde vive la “Sombra” jungiana, y que se proyecta sobre la consciencia de vigilia o “solar”, en el contexto de situaciones internas límite (una boda sin amor, la soledad del expatriado, el cansancio vital, la incursión en un lugar prohibido), aunque en la superficie sea poco lo que se pueda apreciar. En la Sombra no solo se oculta lo reprimido o lo negado, sino que también los potenciales no desarrollados. En ella pueden aguardar tanto el demonio como el ángel. Como la Luna con sus dos torres y sus dos perros, todas las historias están protagonizadas por dos personajes, que lidian con sus dualidades. Como la Luna, todas las historias tienen dos caras: una visible, iluminada, y otra que nunca vemos, características propias del trabajo narrativo apoyado en la psicoanalítica “teoría del iceberg” de Hemingway (cosa manifestada por el director). El peso dramático de la mayoría de las historias es cargado por las protagonistas femeninas. La mujer es la sacerdotisa natural de la Luna, arcano femenino.
El eclipse simboliza la irrupción de lo inconsciente en lo consciente, tanto para mostrar contenidos no percibidos, como para equilibrar las situaciones internas no resueltas (y por ende, las externas que son su reflejo) como el caso de la aparición de la voz en la historia del compositor, y la atracción lésbica en la historia de las amigas que irrumpen en la casa vacía. La luz de la naturaleza que yace en nuestro interior puede quedar eclipsada por afectos, estados de ánimo, traumas y obligaciones (1).
La duración de un eclipse solar es de 8 minutos (en promedio). Tiempo suficiente para que las historias de OCULTO EL SOL se encuentren sumidas en su oscuridad, y los distintos protagonistas (y nosotros, en nuestras incursiones al propio inframundo, voluntaria o no) deban enfrentarse y verse a si mismos. El eclipse conlleva la idea del yo ensombrecido por lo inconsciente o del propio yo bloqueando la fuente esencial de iluminación (1). En la película, al comenzar a menguar la luz, la novia se dibuja un círculo negro en Ajna, su 6to. Chakra (relacionado con la visión interior, más allá de las dualidades); una amiga seduce a la otra; la pareja de bailarines intenta revivir tiempos mejores y mas felices; el mago ensombrece el lugar con un movimiento de sus manos, su amante infiel le pregunta como lo ha hecho, y él responde que enamorándose de ella. El Eros en cualquiera de sus formas, es un poderoso activador de lo inconsciente (puedes observar esto, lector, en tus propias experiencias bajo la influencia erótica: las apolíneas y las dionisiacas; especialmente en estas últimas, cuyos ritos sin freno ni filtro eran nocturnos, al revés de los relacionados con los de su hermano Apolo, dios de la luz, que tenía problemas con la pasión, solo encontrando paz amorosa en las Musas, diosas del orden y la creación cultural). Es la fase alquímica asociada al símbolo del Sol Niger o Sol Negro, que representa a la consciencia aún no purificada, que necesita diferenciarse para ser libre y ascender, como se muestra en la siguiente imagen perteneciente al más hermoso de los tratados alquímicos, el Splendor Solis de Salomon Trimosin:

En la oscuridad, los personajes que acepten el dolor podrán ver. Se volverán lúcidos: la extranjera permanece despierta durante el eclipse, y contempla la triste realidad de su matrimonio, mientras su esposo se duerme; el mago abandona a la amante infiel y superficial en la oscuridad; el bailarín no asiste a su última función; la voz le dice al compositor que tendrá que poner todo su dolor a la luz, verlo y quererlo. El compositor sale a la azotea oscurecida, logra inspirarse y compone la canción que cierra todas las historias…
Pero aunque la vida puede ser eclipsada de muchas formas, el simbolismo y la ciencia del eclipse celeste dan fe de una extinción provisional de la luz, forzosamente seguida de su grato resurgimiento (1). Si el Yo y la consciencia logran ampliarse después de la experiencia del viaje a través del oscuro inframundo (tal como nos cuentan muchas mitologías clásicas, empezando por RA en Egipto; las series de dioses solares representan distintas evoluciones de la consciencia), ese resurgimiento los convierte en un Sol renovado, que es la figura del Arcano 19, a continuación en el Viaje del Tarot. Se logra un equilibrio entre consciente e inconsciente (aunque sea precario).
Para celebrar la potencia simbólica de OCULTO EL SOL, terminaremos con las palabras de dos grandes que han conocido el lado oscuro de la Luna…

El inconsciente es todo lo que se, pero en lo que no pienso momentáneamente; todo lo que en alguna ocasión me fue consciente, pero que ahora está olvidado; todo lo percibido por mis sentidos, pero que no lo tiene presente mi consciencia; todo lo que siento, pienso, recuerdo, quiero y hago sin intención y sin atención, es decir, inconscientemente; todo lo futuro que se prepara en mi y solo mas tarde llegará a la consciencia; todo esto es contenido de lo inconsciente – CARL JUNG

(1) Sallie Nichols, “Jung y el Tarot”, Editorial Paidós

(2): “El Libro de los Símbolos”, edición de A.R.A.S, Editorial Taschen