Alguien fue a la puerta de la Amada y llamó.
Una voz preguntó: ¿Quién es?
Él contestó: Soy yo.
La voz dijo: No hay sitio para mi y para ti,
y la puerta se cerró.
Al cabo de un año de soledad y privaciones,
él volvió a llamar.
Preguntó una voz desde dentro: ¿Quién está ahí?
El hombre dijo: Tú.
Y le abrieron la puerta.
Ilustración:
Prelude to the kiss, de Josephine Wall