Adaptación del fragmento
de La Odisea*, de Homero
por MDS
Después de pasar una larga temporada en el palacio de Circe, Ulises emprende definitivamente el camino de regreso a Ítaca. La diosa, antes de dejarle partir, le adelanta algunas de las aventuras que él y su tripulación van a vivir en los días siguientes. La primera de ellas será el encuentro con las sirenas.
Acercándome a la nave ordené a mis compañeros que subieran y soltaran amarras. Sentándose en las bancas, hundieron los remos y comenzó nuestra travesía; el viento soplaba favorable. Entonces, con el corazón acongojado dije a mis amigos:
–Quiero compartir con ustedes los vaticinios que me reveló Circe, la diosa hechicera de lindas trenzas, para que sabedores de ellos, nos libremos de la muerte. Circe me ha dicho que pasaremos por un lugar donde las sirenas atraen a los hombres con su canto. Sin embargo, debemos rehuir de su voz y del florido jardín en que viven*, pues correremos peligro de muerte.
Me indicó también que sólo yo debo oírlas; para ello átenme con fuertes lazos al mástil y en el caso de suplicarles que me suelten, sujétenme con más fuerza todavía.
Dicho esto tomé un pan de cera que calenté, lo partí en pedacitos y moldeé para luego ir tapando con ellos los oídos de toda mi tripulación. Enseguida y según lo acordado, me ataron ellos de pies y manos, amarrándome al mástil tal como les había pedido.
Seguimos navegando. Al hallarnos cerca de la orilla del reino de las sirenas empecé a oír los melodiosos e irresistibles cantos. Eran tan bellos y colmados de tan dulces promesas que hubiera arrojado sin dudar la nave a los arrecifes:
–¡Ulises! ¡Gloria grande de los aqueos! ¡Acércate y detén la nave para que oigas nuestros consejos! ¡Sabemos todo cuanto sucede! ¡Nadie se va de aquí sin saber más que antes! ¡Por la voluntad de los dioses conocemos todo cuanto ocurre! ¡Conocemos el pasado, el presente y el futuro! ¡Conocemos de la vida y de la muerte!
Sentí deseos irrefrenables de que me desatasen, hice un gesto desesperado a mis compañeros, pero ellos permanecieron sordos a mis gritos y volvieron a atarme con nuevos lazos y cadenas que me sujetaron más reciamente.
Así fue como adentrándonos nuevamente en el grueso oleaje pudimos ceder al encantamiento de las sirenas, y cuando las dejamos atrás, y ya ni su voz ni su canto podían oírse, y la única música era el vaivén de las olas, mis fieles amigos quitáronse la cera con que yo había tapado sus oídos y me desamarraron, logrando escapar todos del funesto destino de otros tantos marinos.
* * *
* La Odisea es un poema épico atribuido al griego Homero. Se cree que fue escrito en el siglo VIII a. C., y cuenta el regreso de Odiseo (Ulises en latín) a su patria Ítaca tras la Guerra de Troya.
La guerra de Troya duró diez años, finalizando cuando a Ulises se le ocurrió engañar a los troyanos haciéndoles creer que los griegos se marchaban, dejándoles de regalo un enorme caballo de madera, el famoso Caballo de Troya.
Ulises entonces salió con sus hombres de regreso a casa, muy ilusionado con volver a reunirse con su esposa Penélope y su hijo Telémaco, a quien no veía desde muy pequeño.
Pero los dioses habían preparado a Ulises un largo y accidentado viaje, – de Troya a Ítaca -, que duraría diez años más. Es el relato que conocemos como La Odisea.
* (se habla de jardín florido pues las sirenas de la época no son esos seres mitad mujer, mitad pez, que las leyendas más modernas retuvieron, sino unas aves con cabeza y pecho de mujer).
Ilustración : Ulises y las sirenas, de John William Waterhouse.