de Fernando Pessoa, llamado Alberto Caeiro*

De la más alta ventana de mi casa
Digo adiós con mi pañuelo
A mis versos que van hacia los hombres.
No estoy ni alegre ni triste.
Éste es el destino de los versos.
Los escribí y debo mostrarlos a todos.
No podía ser de otro modo.
La flor no puede ocultar su color,
Ni el río disimular su curso,
Ni el árbol esconder sus frutos.
Se alejan ya, como la diligencia,
Y yo, sin quererlo, siento pena.
Como si me doliese el cuerpo.
¿Quién los leerá?
¿A qué manos irán?
Flor, me han cortado para los ojos;
Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas;
Río, el destino de mis aguas era dejarme.
Me someto y me siento casi alegre,
Casi alegre como el que se cansa de estar triste.
Se van, se ha ido.
Pasa el árbol y se queda disperso en la tierra.
La flor se aja y dura siempre su polvo.
El río entra al mar y sus aguas son siempre suyas.
Paso y me quedo, como el universo.
 
 
 
 
*El poeta portugués Fernando Pessoa creó su obra proyectándola sobre cuatro personalidades distintas: Alberto Caeiro, Alvaro Campos, Ricardo Reis y Bernardo Soares.
Esta traducción es de Octavio Paz.