Llueve torrencialmente mientras escribo estas líneas. Acabo de preparar la polenta, ese suculento plato invernal a base de harina de maíz, salsa de tomates (hecha en casa, por supuesto), y queso mozzarella, y no puedo dejar de pensar en mis padres.
Y en mis abuelos, que dejando atrás su querida Italia, se embarcaron un día hacia la Argentina, “con una mano adelante y otra atrás”, a “hacer la América”, haciendo muchos sacrificios, dejando más de un anhelo en el camino.
Pienso en mi abuelo materno que, aunque nunca me lo dijo, seguramente soñaba con hacer el suficiente dinero para poder volver algún día a su Benevento natal, un pueblito cercano a Nápoles, a comer los spaghetti ai fruto di mare que tanto le gustaban. O en mi abuelo paterno, que quizás nunca pudo olvidar el aroma de los olivos que su familia plantaba en Rossano, Calabria…¡Ah la cocina del sur de Italia! ¡Ah aquellos almuerzos de domingo en alguna de las casas de los abuelos!
La nonna Miguelina preparaba los ravioles de espinaca; y la nonna Carmela, los fettuccine con albóndigas de ricotta, mis preferidas… el día sábado se amasaba – siempre como para un batallón – para luego dejar secar la pasta hasta el domingo, día en el que la familia naturalmente se agrandaba con algún amigo, tío, primo… los italianos somos así, acostumbramos expresar nuestro amor a través de la comida…
Mamá: Adoro cuando me llamas por teléfono, sin previo aviso, un día cualquiera de la semana,y me invitas a almorzar con “Ciambotta” o “Spezzatino”, deliciosos guisos de verdura, cuyos nombres, son afortunadamente difíciles de traducir.
Papá: Me encanta cuando haces la salsa y cocinas la pasta los días domingo y nos reunimos todos, – el nuevo batallón – , y que no puedas vivir sin eso.
Mi padre y mi madre, los hijos menores de dos sencillas familias italianas, son especialmente generosos: ellos todo lo dan. Y esa forma de vivir la vida, es para mí, la herencia más preciada.

M.D.S. , Santiago de Chile,  junio de 2002 .

(Publicado en Anécdotas e Historias Gourmet, agosto 2010. Historias de familia, sabores y anécdotas).


Ilustración: Libres de necesidad, de Norman Rockwell