Un poema de Carolina Ferreira
Chilena
Decreto que mi boca sea una puerta abierta
Con umbrales generosos,
Un jardín de flores celestes,
un vuelo más alto
que el vuelo aprendido.
Con la fortaleza del águila
volaré en medio de las golondrinas
al comienzo del verano.
Decreto luz en los rincones, la balanza de los días
Limpiará la memoria, los inciensos esparcirán
Justicia en nuestras casas, en todas aquellas
Donde quedaron amores impregnados,
También en aquellas cuyos muros crecieron
Como oscuras fortalezas.
Decreto gratitud cotidiana. Un sol en las manos
Que nos recuerde cómo fuimos creados
Y lunas plateadas de silencio
Para meditar en orden divino.
Decreto
Que entraré en los árboles y de ellos
Me nacerá un idioma.
Que bordaré mi rostro, puntada a puntada,
Que volveré a mi vientre de hojas.
Decreto que el amor me visite todos los días
Con nuevos rostros
Y que los mismos, los de siempre, estén allí
Siendo parte del mismo ritual de la sonrisa.
Que el sabio volcán del sexo no se extinga,
Que las dulces caricias que trae con él
No dejen de brotar
Como diamelos en las tardes.
Que el nombre del hombre que amo sea escrito
En mis noches y en mis días, que mi nombre
Levante en su pecho un nido,
Que vuelvan sus manos como palomas mensajeras
A decirme la verdad de sus sueños
Y vuelvan las mías a creer en ellos
Como creen los marinos en sus mareas.
Decreto que las hormigas esperen mi muerte
con frondosos
Ramos,
Que seré reina y nada quedará en el camino,
Mis ajuares han sido
Laberintos laboriosos.
Habrá paz.
Ilustración: Sunlight, de Iman Maleki
Fluye muy gratamente la poesía de Carolina, me gusta.
Desde que estudiábamos juntas Literatura le dije a Carolina que iba a ser una grande poeta!