Hay un mundo sutil y energético que existe más allá de nuestra percepción.
Todos estamos envueltos en madejas de lazos energéticos, muchos de amor, y muchos otros que nos impiden avanzar.
La frecuencia vibratoria del planeta, la resonancia Shumann, ha sido de 7,8 hz por segundos durante años. Hoy, el latido de la madre Tierra se ha incrementado alterando nuestra percepción del tiempo, sintiendo que el día tiene cada vez menos horas.
Y este cambio está también reconfigurando nuestro ADN.
Los metafísicos insisten en que nos encaminamos a una dimensión más elevada, aunque como sabemos, los antiguos ya lo habían anunciado.
Por todos estos cambios se nos está invitando a derribar bloqueos emocionales para poder entrar en sintonía con la nueva vibración.
Los lazos de amor contienen vibraciones muy altas y puras; los otros, bajas y densas.
Todo tiene una vibración. Y las emociones no están exentas. Muy por el contrario, ya que al experimentarlas, ellas afectan para bien o para mal nuestro entorno. Ellas funcionan sintonizando, poniéndose a tono con otras vibraciones parecidas. A eso se le llama “resonancia”.
Cuando atraemos a alguien o algo a nuestra vida, ya sea agradable o no, lo que activamos es un espejo de nosotros mismos, pues funcionamos como imanes.
Desafortunadamente, señala la autora, cada vez que tenemos un sentimiento negativo hacia alguien, “nos atamos” a esa persona y aunque no podamos ver la atadura, ese individuo u otro con energía similar va a ser atraído a nuestra vida para darnos la oportunidad de liberarnos de ese patrón.
Las ataduras serían entonces el karma que arrastramos (que siempre es un regalo para evolucionar), y el corte de lazos,la liberación de esa energía estancada en nuestros cuerpos.
Al cortar ataduras nos haríamos más livianos, ascendiendo un poquito en nuestra evolución.
Y como somos una red, y no hay separaciones salvo las aparentes, -el velo de maya-, al limpiarnos a nosostros mismos, limpiamos el todo. Vibrando alto equilibramos la negatividad de la conciencia colectiva. Por el contrario, cuando nos enganchamos andaríamos más densos y pesados, dedicándonos a robar energía a otros, conviertiéndonos en vampiros emocionales.
Con interesantes capítulos dedicados a las fugas energéticas, entidades, desencarnados o muertos, la clarividente Olga Menéndez nos insta a reflexionar sobre todos los vínculos emocionales negativos que arrastramos en esta vida y los que traemos de otras, rematando con una sencilla pero efectiva técnica meditativa jungiana, de Phyllis Cristal, que actúa muy profundo en el inconsciente y puede cortar de raíz estos bloqueos emocionales, sean personas, enfermedades, adicciones, patrones negativos o cualquier energía mal calificada que nos impida vivir de manera más plena, consciente y realizada.
Debemos aspirar a vivir ligeros y felices, creando armonía y abundancia en nuestras vidas, depurando la ira, el miedo, el dolor, la dependencia. Pero el trabajo es personal. Hay que vibrar cada vez más alto liberando nuestros demonios internos, dándonos cuenta de la unidad.
Si lo intentamos y alcanzamos la masa crítica, el planeta ascenderá a una nueva conciencia.
Olga Menéndez. Rompiendo Lazos. Ediciones Obelisco. Bercelona.2010.
Me gustó mucho el artículo. Mientras mas amor mas altas vibraciones y liberación. Meditar es una de las claves?
Te agradezco tambien el día del dándara, para mi fue muy enriquecedor, además me encantó Alvaro, es creible
En este momento de transición en mi vida, este artículo ha sido muy enriquecedor, aceptar a las personas tal y como son, el respeto hacia el individualismo teniendo pensamientos sanos hacia los demás nos hará mejores. Muchas gracias