Yo no creo en Dios/Diosa. Yo sé.
Tengo la suerte de caminar en comunidad, junto a siete hermanas, hace más de doce años juntas, buscando la experiencia del Dios Vivo.
Conversaciones con Dios es un libro que leí hace añares y me dio vuelta la cabeza. Lo revisito hoy, a raíz de la noticia (que en lo personal no me desvela ni un poco), acerca de la supuesta partícula que comprobaría en el mundo científico la existencia de Dios, mostrando como la materia obtiene su masa en el universo.
En el capítulo I del libro, Dios explica a Neale que no puede manifestarse en una forma física, pues inmediatamente lo identificaríamos a ella. Y Dios es todo, está en todo y en todos, es el Gran Espíritu del que nos hablan sagrada y sabiamente los antiguos.
Cito:
“Por ejemplo, ¿por qué no te revelas? Si de verdad hay un Dios, y eres Tú, ¿por qué no te revelas de un modo que todos podamos entenderlo?
Ya lo he hecho, una y otra vez. Estoy haciéndolo de nuevo aquí y ahora.
No. Me refiero a una forma de revelación que resulte incuestionable; que no se pueda negar.
¿Cómo cuál?
Como apareciendo ahora mismo ante mi vista.
Lo estoy haciendo.
¿Dónde?
Dondequiera que mires.
No. Yo quiero decir de un modo indiscutible. De un modo que ningún hombre pueda negar.
¿De que modo sería? ¿Bajo qué forma o aspecto Me harías aparecer?
Bajo la forma o aspecto que realmente tengas.
Eso sería imposible, ya que no poseo una forma o aspecto que podáis comprender. Puedo adoptar una forma o aspecto que podáis comprender, pero entonces todos supondrían que lo que han visto es la sola y única forma y aspecto de Dios, en lugar de una forma y aspecto de Dios; una entre muchas.
La gente cree que Yo soy como me ven, en lugar de cómo no me ven. Pero Yo soy el Gran Invisible, no lo que me hago ser a Mí mismo en un momento determinado. En cierto sentido, Yo soy lo que no soy. Y es de este no-ser de donde vengo, y a donde siempre retorno.
Pero cuando vengo de una u otra forma determinada – una forma bajo la que creo que la gente puede comprenderme -, entonces la gente Me atribuye esa forma para siempre jamás.
Y si viniera bajo cualquier otra forma, ante cualesquiera otras personas, los primeros dirían que no habría aparecido ante los segundos, ya que no Me habría mostrado a los segundos igual que a los primeros, ni les habría dicho las mismas cosas; de modo que ¿cómo iba a ser Yo?
Como puedes ver, no importa bajo que forma o de qué manera Me revele: cualquiera que sea la manera que elija o la forma que adopte, ninguna de ellas resultará incuestionable.
Pero si tu hicieras algo que evidenciara la verdad de quién eres más allá de cualquier duda o interrogante…
…habría todavía quienes dijeran que es cosa del diablo, o simplemente de la imaginación de alguien. O de cualquier causa distinta de Mí.
Si me revelara como Dios todopoderoso, Rey de los Cielos y la Tierra, y moviera montañas para demostrarlo, habría quienes dirían: “Debe de ser cosa de Satanás”.
Y eso sucedería, puesto que Dios no se revela a Sí mismo por, o a través de, la observación externa, sino de la experiencia interna. Y cuando la experiencia interna ha revelado al propio Dios, la observación externa resulta innecesaria. Y cuando la observación externa es necesaria, entonces no resulta posible la experiencia interna.
Subrayo: Cuando la exsperiencia interna ha revelado al Dios propio, la observación externa resulta innecesaria.
Lo verdaderamente importante es si sentimos, si tenemos la experiencia interna de Dios.
Cito:
En efecto, dais tan poco valor a la experiencia que, cuando vuestra experiencia de Dios difiere de lo que habéis oído sobre Dios, automáticamente desecháis la experiencia y os quedáis con las palabras, cuando debería ser precisamente lo contrario.”
La experiencia es fundamental. Una cosa es la religión, y otra muy distinta la relación.
Dios quiere que nos relacionemos. Y no hay relación sin la búsqueda de la experiencia. Y la cuestión reside en discernir, si esa experiencia viene de Dios o no viene de Dios. ¿cómo saberlo? En el libro se subraya que esta distinción resulta sencilla, con la aplicación de una regla básica: los pensamientos más elevados, la palabra más clara, el sentimiento más grandioso, siempre es de Dios. Todo lo demás procede de otra fuente.
“El Pensamiento más Elevado es siempre aquel que encierra alegría.
Las Palabras más Claras son aquellas que encierran verdad. El Sentimiento más Grandioso es el llamado amor.
Alegría, Verdad, Amor.
Los tres son intercambiables, y cada uno lleva siempre a los otros. No importa en qué orden se encuentren.
Una vez determinado, utilizando estas directrices, que mensajes son Míos y cuáles proceden de otra fuente, lo único que falta es saber si Mis mensajes serán tenidos en cuenta”.
Y Dios nos ama tanto, que nos ha dejado libres hasta de él:
“Vuestro mundo no se hallaría en el estado en que se encuentra si simplemente hubierais escuchado a vuestra experiencia. El resultado de que no escuchéis a vuestra experiencia es que seguís reviviéndola, una y otra vez; puesto que mi propósito no puede verse frustrado, ni mi voluntad ignorada. Tenéis que recibir el mensaje. Antes o después.
Sin embargo, no os forzaré. Nunca os coaccionaré; ya que os he dado el libre albedrío – la facultad de hacer lo que queráis -, y nunca jamás os lo quitaré.
Así pues, seguiré enviándoos los mismos mensajes una y otra vez, a lo largo de milenios y a cualquier rincón del universo en el que habitéis. Seguiré enviando infinitamente Mis mensajes, hasta que los hayáis recibido y los hayáis escuchado con atención, haciéndolos vuestros”.
Para entrar en relación hay que estar verdaderamente dispuesto a escuchar.
Dios se revela a quienes abren su corazón.
A quienes oran correctamente, esto es agradeciendo, no suplicando.
Recordando y recreando quienes realmente somos: hijos de Dios.
No mires hacia afuera. Mira hacia adentro.
No ores hasta que Dios te escuche. Ora, hasta que tú lo escuches a él.
Neale Donald Walsch. Conversaciones con Dios. De Bolsillo. México. 1998.
Este es uno de los correos que mas espero en la semana. Gracias Monica, Quiero enviar tu boletin a Angelica para que quede suscrita.
Abrazos.
Maria Esther.
Gracias! Bendiciones!
Gracias Mónica! Sublime….. como siempre.
Bendiciones y toda la luz posible
Pau
Hola Mónica, simplemente de acuerdo contigo. Toda la diferencia es entre creer y saber. A partir de allí, ninguna particula importa.
Gracias por tomar el tiempo de hacer sagrado lo cotidiano.
Diane