Hoy comienza el invierno en el hemisferio Sur, y el verano en el Norte, dando lugar así, al día más corto y al más largo del año, respectivamente; el solsticio de junio produce en el hemisferio Boreal el día más largo y la noche más corta del año; y en el hemisferio Austral,
el día más corto y la noche más larga.
Solsticio significa literalmente “Sol quieto” y marca el momento en que el astro cambia la dirección de su camino aparente en torno a la Tierra.
Los solticios siempre marcan un nuevo comienzo y nos invitan a conectarnos con la renovación del círculo de la vida.
Los antiguos sabían esto, por eso, desde tiempos prerromanos se realizaban diversas celebraciones rituales encendiendo hogueras para celebrar los solsticios.
Reminiscencias de aquello son las famosas hogueras de San Juan (el Bautista), que tienen lugar todavía el día 24 en varios lugares de Europa para marcar el comienzo del verano “y dar más fuerza al sol”. Aunque están especiamente arraigadas en España, también se celebran en Portugal, Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Reino Unido, y también en países como Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Paraguay, Perú, Puerto Rico y Venezuela.
En América del Sur, los pueblos originarios andinos celebran el 21 de junio su año nuevo o Inti Raymi, “Fiesta del Sol”, en quechua, antigua ceremonia religiosa de los incas en que honraban al sol para que energizara las cosechas.
En Chile y Argentina, los mapuches celebran el We tripantu, que en mapudungún significa “Nueva salida del sol”. El We tripantu es un día sagrado para los mapuches y equivale para ellos a la celebración del año nuevo.
Cada solsticio es un Portal: seamos entonces un canal para que las energías de luz se anclen en nuestra querida Madre Tierra.
fotógrafo: Cruccone