A propósito del apagón que sucedió hace un par de días en gran parte del país, me quedé pensando en lo que a muchos les pasó y me comentaron: se sintieron transportados a otra época, a otro tiempo, a otro espacio, y les gustó.
El tema es qué hacemos de aquí para adelante con eso, ya que con el corte de energía eléctrica se nos regaló el SER CONSCIENTES de lo que sucede en nosotros cuando “el mundo se detiene”.
Si te gustó lo que generó en ti el apagón, sigue con “apagones en tu vida”, desenchúfate de la matrix y vuelve a lo esencial, enciende a diario una vela y conéctate con esa chispa divina que hay en ti.
Y mientras te decides a hacerlo, déjame transportarte.
Cuando pienso en velas, inmediatamente viene a mi la magnífica palabra “velada”, usanza de la época en que no existía la luz eléctrica y se organizaban encuentros al final del día hasta que las velas dejaran de arder.
Y cuando pienso en veladas, me conecto con Elizabeth Gaskell, una novelista inglesa de la época victoriana, que escribió en el año 1853, Cranford, un encantador relato sobre un pueblo en el que no pasa nada, y sin embargo pasa todo, en las simples vidas de sus habitantes.
En la villa inglesa, todo o casi todo es inalterable, y cada individuo conoce su lugar en el mundo, y los estrictos códigos de conducta que rigen las relaciones entre las personas.
La llegada de un joven médico, sin embargo, causa gran revuelo entre los habitantes, y junto con él, las nuevas prácticas que impone, con nuevos métodos traídos desde Londres. Cuando decide salvar una pierna herida, sin amputarla, como era la costumbre, vislumbra gran resistencia. Más aún cuando se hace urgente el procedimiento, pues comienza a oscurecer y no se puede operar en esas condiciones. Son las mujeres del pueblo entonces, quienes una a una van llegando con sus velas, un bien de consumo muy preciado en la época, colaborando amorosamente en la sanación del herido.
En el año 2007 la BBC llevó la novela a la pantalla, y en 2008 recibió más de 20 nominaciones, ganado varios galardones.
Las fotografías que ilustran esta nota corresponden a escenas de la serie.
Veladas

que entretenido, me encantan las veladas. Cuando se corta la luz…a mi me pasa que voy a ver a mi mamá que vive cerquita, ver si esta bien, y nos ponemos a oir la radio. Vamos de aqui para allá con las velas y palmatorias antiguas, ponemos la radio a pilas y se produce un ambiente muy especial, casi me hace recordar esos terremotos de cabra chica cuando se apagaba la luz o esos apagones en la epoca de Pinochet. Nostalgias, recuerdos, esa oscuridad con palmatoria que invita a reunirse y salirse de todo este mundo loco.
Maravilloso apagón, fui conciente que el tiempo marcado en un reloj no existe, sólo está el aquí y ahora, para contactarme con mi alma que juega con esa naturaleza vívida de un entorno en silencio, que me hace vibrar al compás de la dulzura de existir.