Muerdo una crujiente manzana de invierno mientras descubro que el manzano es un árbol considerado sagrado en diversas culturas.
Entre los celtas, era símbolo de inmortalidad, de perfección y pureza, y sus flores, signo de amor y fertilidad. Sus flores y frutos se ofrecían en diversas ofrendas a sus dioses.
En la mitología nórdica el manzano es símbolo de juventud eterna e inmortalidad. Idunn, la diosa de la primavera para los germanos, era la encargada de custodiar las mágicas manzanas de oro y quien las llevaba diariamente a los dioses.
También los griegos nos hablan del manzano a través de sus mitos. El más conocido, el de la manzana destinada a la diosa más hermosa, honor disputado por Hera, Atenea y Afrodita, quienes ofrecen respectivamente sus regalos a Paris, escogiéndo éste, el amor, y de ahí que la manzana sea asociada a Venus. Otro mito no tan popular, pero igualmente hermoso es el del Jardín de las Hespérides (en griego, “hijas del atardecer”), ninfas que cuidaban un maravilloso paraje situado en las montañas de Arcadia, donde crecían las manzanas de oro.
En la Edad Media, la figura de la Madre Naturaleza, personificada como la diosa, ofrece al héroe las manzanas de oro de la salvación y de la inmortalidad, en múltiples leyendas.
El manzano también fue árbol de estudio para uno de los hombres más sabios y enigmáticos del Renacimiento, Paracelso. Según él, la botánica herbolaria astrológica reconoce el signo de Venus sobre todo en las flores delicadas ricas en néctar, y las flores del manzano pertenecen a este grupo. Emanadoras de una suave fragancia, y formadas por cinco pétalos, de color rosa por fuera y blanco por dentro, rodean un ramillete de estambres amarillos.
Dice Paracelso que si se corta la fruta por la mitad, dejando al descubierto el corazón, se observará una estrella de cinco puntas. Estas cinco puntas, así como los cinco pétalos rosados y el sabor dulce de la pulpa, son precisamente signos de Venus.
En su día libre, Mr. Stevens, el Primer Mayordomo de la mansión Darlington Hall, magistralmente interpretado por Anthony Hopkins, detiene su paseo por la campiña inglesa para comprar dos manzanas, en la magnífica película de James Ivory, Lo que queda del día.
Así, la tierra donde crece el manzano es siempre un lugar de alegría, plenitud, fertilidad, juventud, abundancia y majestuosidad.
Saboreo el último trozo de Pink Lady, mi variedad favorita. Y recuerdo que una vez herido de muerte, el mítico rey Arturo, es llevado por la sacerdotisa Morgana hacia Avalon, la isla de las manzanas. Allí cura sus heridas, y según cuenta la leyenda, sigue viviendo eternamente joven.
fotógrafo: furbyphotos
justo estaba necesitando saber un poco más de la mitología del manzano…
¡Que lindoooo! Me encanta todo lo que escribiste, amo (como tú bien sabes) los símbolos de la naturaleza en la mitología…¡Y hasta incluíste ese detalle de “Lo que queda del día”(libro y película predilectos)! How beautifull !!!