En algunos países nórdicos, como el sol sale poco, tienen la maravillosa costumbre de celebrar la llegada de los días con más luz. Así, al comienzo de la temporada de Adviento, especialmente el día 13 de diciembre, que ellos llaman poéticamente El Día de Lucía,  se celebra una  fiesta en la que se come, se canta y se bebe, y en la que cada familia elige a una de sus hijas para que “sea Lucía”.
Vistiendo un vestido blanco, “la portadora de la luz”, que eso literalmente significa Lucía, debe llevar en la cabeza una corona de flores con velas encendidas anticipándose a la llegada del niño luminoso.
La costumbre se remonta a la Edad Media, cuando en los siglos XVI y XVII , especialmente en Suecia (y en partes de Finlandia), se conmemoraba su día, durante el solsticio de invierno, y se la representaba coronada con acebo, rosas y siete velas.
Directamente relacionada con las diosas del alba, Lucía es la doncella de la Navidad, la joven dadora de luz que aleja la oscuridad de la Tierra, y que con su corona encendida nos recuerda a todos, que esta época llena de magia es el inicio de una nueva vida.
Ilustración: Carl Larsson