Por Manuel Peña Muñoz
Artículo inicialmente publicado en la revista Tantágora de Barcelona
La primera vez que vi un kamishibai fue en la Biblioteca de Santiago de Chile, cuando vino el escritor Carlos Rubio y trajo uno desde Costa Rica. En el Seminario de Literatura Infantil Iberoamericana que impartí en el año 2009, el autor se presentó con una conferencia que ilustró con cuentos de la tradición oral costarricense narrados con su teatrino mágico. El efecto que produjo en la audiencia de profesores y bibliotecarios presentes fue instantáneo. Nunca habíamos visto esta caja de telones pintados para contar cuentos. El escritor dejó su teatrito artesanal de madera en el Centro Cultural de España como regalo. Al poco tiempo, la editorial Ekaré Sur de Santiago de Chile comenzó a fabricar el teatrino con sus respectivos cuentos y a difundirlo en las bibliotecas y escuelas. El primero de ellos fue La tortilla corredora, un cuento de la tradición oral en versión de Laura Herrera con ilustraciones de Scarlet Narciso. Junto a la serie de láminas, se editó también el libro. Luego vinieron otros cuentos de la tradición oral entre ellos El rey mocho, en versión de Carmen Berenguer con ilustraciones de Carmen Salvador y cuentos de autores chilenos, entre ellos Bernardo y Canelo con textos e ilustraciones de Fernando Krahn, La otra orilla con textos e ilustraciones de Marta Carrasco y Rojo Corazón de Saúl Schkolnik con ilustraciones de Victor Hugo Riveros.
El teatrino iluminado, en Casa Haciendo Sagrado lo Cotidiano, antes de la función de La tortilla corredora.
Estos cuentos editados por Ekaré Sur en versión para kamishibai han sido adoptados con éxito por las escuelas como una eficaz manera de estimular en los niños el gusto por la literatura y la narración en voz alta. A la vez, contribuyen al desarrollo del lenguaje en niños de la primera infancia y a su educación estética. El atractivo teatro de láminas es también un motivo de inspiración para niños entre diez años y doce años porque ellos mismos pueden crear sus propios cuentos, adaptarlos para el teatrito y poner sus propias voces, acercándolos desde pequeños a la literatura y el arte.
Origen y desarrollo del teatrino
La técnica procede de Japón donde los monjes budistas en el siglo XII contaban mitos orientales a los niños utilizando este arte milenario de narrar con imágenes. El arte se perdió pero durante la época de la Segunda Guerra Mundial se popularizó en los pueblos japoneses donde los narradores orales llegaban en bicicleta a contar sus cuentos. Era una manera de sobrevivir en la gran depresión económica de la post guerra. El sonido de la campanilla y el golpe persistente de dos palos de madera golpeados uno sobre el otro, alertaban a los niños. ¡Ya venía el narrador de cuentos! Este sabio personaje popular montaba su teatrino, narraba sus historias y de paso, vendía golosinas y pequeños juguetes artesanales a los niños.
En los años posteriores el kamishibai tuvo un nuevo impulso ya que se concibió como un medio de transmitir cuentos que fomentaran la paz, la tolerancia y contenidos democráticos y antibélicos. Con el auge de la televisión en los años 60, decayó su arte pero hoy día se ha revalorizado en espacios educativos como una manera de introducir a los niños en el mundo de los cuentos legendarios y a la vez sensibilizarlos con la multiculturalidad pues muchos de los cuentos proceden de culturas diversas.
En este sentido Ekaré Sur editó El sol, la luna y el agua, un mito de origen de la tradición oral nigeriana en versión de Laura Herrera con ilustraciones de Ángeles Vargas. El cuento fue narrado en la sede de la editorial en kamishibai, con música africana de percusión en vivo. De hecho, los cuentacuentos de Nigeria afirman que una historia siempre queda mejor si se narra con cantos y bailes.
Otra representación interesante que mezclaba narración y música ocurrió cuando en este mismo espacio, la especialista española Sara Rodríguez narró en kamishibai el cuento ¡Bravo, Rosina! de María José Thomas. En esta oportunidad contó con la participación de un tenor lírico del Teatro Municipal de Santiago que cantó arias de la ópera El barbero de Sevilla de Rossini incluidas en el cuento. Este recurso resulta muy atractivo ya que captura de inmediato la atención tanto de niños como de adultos, es transversal y genera empatía y sociabilidad en grupos de distintas edades que ven el mismo espectáculo bajo una misma común emoción. Todos se sienten cautivados ante una buena historia con música y láminas que se deslizan a un ritmo adecuado dentro de un espacio enmarcado.
El kamishibai en Latinoamérica
El teatrino tiene su magia. Es preciso tenerlo con sus puertas cerradas y abrirlo en el momento mismo de iniciar la narración diciendo siempre palabras rituales de apertura tal como se iniciaban en Chile los cuentos narrados junto al fogón o el calor de un brasero:
Esteras y esteritas para contar peritas…
esteras y esterones para secar orejones…
no le echo más matutines para dejarlo para los fines
ni se los dejaré de echar porque de todo ha de llevar…
pan y pan para los monjes de San Juan…
pan y vino para los monjes capuchinos,
pan y cebada para los que no saben nada…
estera una vez…
El narrador debe presentar su cuento con gran destreza ya que solo cuenta con el recurso de su propia voz y su sentido del ritmo al retirar las láminas en el momento preciso. La técnica exige gran concentración y sentido del arte. Cada narrador pone en escena su teatrino de acuerdo a su propia imaginación: un mantel para cubrir nuestra mesa, buena iluminación, espacio silencioso, a preferir una biblioteca, velas, una lámpara y quizás el sonido de una cajita de música… Cada uno le da vida propia.
El arte del kamishibai cuenta en Latinoamérica con muchos seguidores. En México hay festivales de kamishibai en Monterrey, Distrito Federal y Oaxaca con muy buenos exponentes. Sus integrantes dan funciones en mercados y plazas junto con dictar talleres para capacitar a los interesados. En Perú sobresale Pepe Cabana que une la tradición japonesa con la criolla. Sus teatrinos artísticamente tallados y decorados por artesanos andinos ofrecen un sincretismo cultural entre el arte oriental y el de los pueblos originarios del antiguo Perú. Con sus múltiples teatrinos este artista peruano descendiente de japoneses ha recorrido muchos países dando funciones en ferias del libro, escuelas y parques.
Mi experiencia con el kamishibai
Comencé a narrar con mi teatrino primero en funciones caseras y luego en el grupo Dándara de Santiago de Chile que reúne a profesionales de las artes. Una vez al mes se realizan reuniones culturales en casa de la editora Mónica De Simone, donde se cuentan cuentos o se imparten charlas de variados temas. Viendo que las funciones gustaban, fui complementando el teatrino con juguetes a cuerda y objetos relacionados con los cuentos: un soldadito de plomo, el espejito de Blanca Nieves, el huso de La Bella Durmiente, el zapatito de La Cenicienta... Todos estos elementos van saliendo de un cofre a medida que se van narrando las historias. En el cuento La sopa de piedra incluyo al final, la aparición de un títere que representa al zorro protagonista de la historia.
En una escuela de idiomas en Paris participé con el teatrino hace dos años contando cuentos a adultos que aprendían el español como segunda lengua. A partir de los cuentos surgía el diálogo y el comentario de los personajes y contenidos. Fue una excelente experiencia pedagógica. Durante los últimos años he perfeccionado la técnica y aumentado el repertorio pues como las medidas de las láminas son fijas, he adquirido series en otros países que se adaptan muy bien a mi teatrino.
Cuento narrado en kamishibai en una clase de español para extranjeros en una escuela de idiomas en Paris.
El año pasado (2014) impartí una capacitación en literatura infantil y juvenil en la Escuela de Cuenta Cuentos de la Fundación Mustakis en Santiago en la que participaron los cuenta cuentos profesionales de la Escuela. Junto con transmitirles el gusto por los mitos, cuentos y leyendas de Iberoamérica, los animé a que pudieran transmitir también las historias a través de este recurso. El taller culminó con una presentación de tres cuentos en kamishibai para que conocieran la técnica. Fue una muy buena experiencia que repetí luego en el Centro Lector de Lo Barnechea con las voluntarias cuenta cuentos a quienes dicté un taller teórico práctico. Al finalizar, ellas mismas narraron cuentos utilizando el kamishibai. A las pocas semanas, las bibliotecarias del Centro Lector me contaron que a partir del taller las voluntarias habían ido a buscar los teatrinos disponibles. Muchas veces las bibliotecas escolares poseen el teatrino porque el Centro de Recursos de Aprendizaje lo ha repartido pero lo cierto es que no siempre las bibliotecarias saben utilizarlo. Por eso, se hace necesaria una capacitación teórico práctica. Lo mismo ocurrió en la comuna de Maipú donde realicé un taller de kamishibai para docentes y bibliotecarias para motivar su uso.
Taller de literatura infantil latinoamericana y kamishibai con los narradores de la Escuela de Cuenta cuentos de la Fundación Mustakis, Santiago de Chile.
Meses más tarde viajé a Neiva, Colombia, a participar en el Primer Encuentro Internacional de Literatura Infantil y Fomento de la Lectura. Además de impartir conferencias y talleres, los escritores invitados tuvimos encuentros literarios en escuelas y universidades. A mí me correspondió narrar cuentos en kamishibai en el colegio Columbus American School. Los niños estaban felices con la función pues nunca habían presenciado narración de cuentos a través del teatrino. De hecho, como era muy pesado para transportarlo desde Chile, un artesano de la zona construyó un teatrino con madera local que me gustó mucho por su simplicidad y carácter rústico. Lo que me llamó la atención fue que había un niño sordomudo entre el público. Una profesora a su lado le narraba las historias en lenguaje de señas mientras el niño seguía atento el relato. Luego el niño se acercó con la profesora a hacerme preguntas sobre los cuentos lo que me llevó a pensar en la función de integración social que tienen también los relatos narrados con el teatrino mágico.
Narración de cuentos de la tradición oral en kamishibai en el Colombus American School de Neiva, Colombia.
Luego conté cuentos en el Gimnasio Humanístico del Alto Magdalena de Neiva. Un espacio despojado, un ventilador de hélice para las altas temperaturas de la ciudad y los niños sentados en el suelo. La voz, las velas y la imaginación del público expectante antes de la función. Nada más. Un niño y una niña oficiaron de anunciadores del kamishibai tocando la campanilla y la matraca. Luego, vino la secuencia de cuentos que los niños presenciaron con gran interés.
Narración de cuentos de la tradición oral en kamishibai en el Gimnasio Humanístico del Alto Magdalena. Neiva. Colombia.
El lobo y los siete cabritos
En los últimos meses, la editorial Ekaré Sur me pidió que estrenara el cuento El lobo y los siete cabritos de los hermanos Grimm. El cuento, muy difundido en diferentes versiones, es el quinto de la colección de los célebres hermanos titulada Cuentos de la Infancia y el Hogar publicada en dos tomos en Alemania en 1812 y 1815. Estos relatos de la tradición romántica europea, recopilados de labios de campesinas, tienen un rico sabor popular, mantienen un vivo interés, resultan muy animados y despiertan la fantasía y la imaginación de quien los lee o escucha. La versión de Verónica Uribe respeta los aspectos narrativos de la historia y los ha sintetizado en 16 fragmentos. Cada uno de ellos se presta muy bien para la interpretación porque mantiene un tono oral a la vez que contiene onomatopeyas y situaciones que permiten intensificar o suavizar la voz de quien oficia de narrador. Los diálogos rápidos sugieren juegos dramáticos entre el lobo y los cabritos. La escena del lobo golpeando la puerta con los nudillos y fingiendo la voz, recuerda la escena del lobo golpeando la puerta en la casa de la abuelita en el cuento Caperucita Roja, lo que demuestra que muchas escenas de los relatos clásicos transitan de un cuento a otro.
Cada secuencia tiene una amplia extensión literaria lo que favorece la contemplación de cada una de las ilustraciones en forma calmada mientras se desarrolla la acción salpicada de bellos detalles como cuando uno de los cabritos se esconde dentro de un reloj. Las ilustraciones de Sabina Álvarez Schürmann juegan en las gamas del azul, el jacinto y el granate. Dan la idea de una iluminación nocturna y misteriosa. Tienen la virtud de ser muy nítidas y precisas, cualidad que se agradece tratándose de ilustraciones para el teatrino de papel que requiere de síntesis y concisión para que el espectador las retenga en forma inmediata. Digno de resaltar es la expresividad de los personajes, conseguida con rasgos muy escuetos que juegan entre la ternura, el humor y la poesía. Textos e ilustraciones se complementan en forma armoniosa dando por resultado un cuento muy apropiado para quienes se han familiarizado con el arte del pequeño teatro de papel. Esta versión del cuento clásico se estrenó en la Primavera del Libro, Feria de Editoriales Independientes en el Parque Bustamante de Santiago ante niños y adultos el domingo 11 de octubre del 2015 en una alegre función.
Lámina del cuento Los siete cabritos y el lobo de los hermanos Grimm en versión para kamishibai de Verónica Uribe y Sabina Álvarez Schürmann en ediciones Ekaré Sur.
Finalmente, gracias a un proyecto de La Galería Plop y el Consejo de la Cultura pude llevar los cuentos del kamishibai a escuelas de San José de Maipo y Quilicura permitiendo que niños de lugares alejados de Santiago pudieran tener una experiencia estética a través del teatrino mágico.
Nota de la editora:
Esta última foto es un bonus track de la exposición La vida que merecemos, en que Manuel, luego de deleitarnos con su Kamishibai, nos instruyó sobre una versión de Caperucita Roja de Gabriela Mistral , uno de los cuentos que escribió la autora en verso alejandrino, fiel al original escrito por Charles Perrault en 1697
Manuel en Casa Haciendo Sagrado lo Cotidiano.
Buenas tardes, estoy maravillada con el teatro de papel y me gustaría poder ofrecer la experiencia a mi hija de dos años y sus amiguitos en su cumpleaños en Agosto (13). Le agradecería me comentara si usted ofrece este tipo de experiencias o si conoce a alguien más que lo haga. Muchas gracias, saludos.
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