
La creencia en la reencarnación ha estado presente en toda la humanidad desde la antigüedad, en las religiones egipcia, griega, hinduista, budista y romana, sobreviviendo incluso dentro de las religiones judeocristianas (cristianismo, judaísmo e islam), que aunque no la contemplan de manera oficial, ha permanecido bajo la forma de diversas herejías y posturas no tradicionales.
Según las religiones llamadas dhármicas, con origen en el hinduismo, somos almas que repiten reencarnaciones una y otra vez en un ciclo llamado rueda del karma. Así, antes de encarnar, es decir cuando estamos en otro plano o dimensión, sin cuerpo físico, escogemos cuándo, dónde, en qué familia y en quien nos vamos a encarnar. Así, nos movemos como familias de almas a través de la eternidad.
En nuestra vida nos topamos con infinidad de Almas Espejo. Son aquellas que nos muestran aspectos de nosotros mismos, positivos o negativos.
Con las Almas Familiares establecemos un contrato antes de encarnarnos. Estas almas son muy queridas, con quienes tenemos lazos kármicos y nos ayudamos.
Las Almas Divinas se presentan en momentos específicos de la vida, cuando un individuo necesita cambiar la dirección o dar un paso adelante para su evolución. Son almas maestras que nos conducen a conectar con nuestras partes más profundas. No tenemos con ellas lazos kármicos, simplemente son un regalo de los guías que están en otras dimensiones.
No hay más de doce Almas Gemelas en la vida de un individuo. Son personas con las que sentimos una gran afinidad y con quien tenemos la sensación de conocernos desde siempre. No hay lazos kármicos en este grupo, aquí sólo compartimos el gozo, la alegría, la armonía y la complicidad. Estar cerca de estas almas es como un soplo de aire fresco.
Las Almas Flamas (que suelen llamarse erróneamente gemelas) representan uno de los lazos de amor más fuertes que podamos encontrar. El alma flama es un alma con la que se ha estado trabajando hace eones, es decir un largo período de tiempo, y puede haber karma negativo que limpiar. Estas almas vienen a enseñarnos el amor en toda su magnitud.Se mueven más allá de su sexualidad humana y sienten devoción al trabajar juntos a través de los ciclos de encarnaciones. Desde el primer encuentro se experimenta una atracción muy fuerte.
Finalmente el Alma Consorte es con quien nos haremos uno, convirtiéndonos en un ser andrógino, en la séptima dimensión. (Ojo, que como humanidad recién estamos transitando de la tercera a la cuarta dimensión).
Fuente: Lazos de amor eternos, de Olga Menéndez. Ediciones Obelisco. Barcelona 2012.
Este artículo fue publicado inicialmente en Guioteca Alma, en Enero del año 2013
Muy bello.
Gracias por compartir!