Muy poco se sabe sobre los  días de Jesús el Cristo en la tierra, luego de su resurreción. Los evangelios y el libro de los Hechos consignan que hizo seis apariciones a los suyos, antes de la ascención.

La tónica, sin embargo, es que nadie lo reconoce hasta que él se manifiesta. La primera persona a quien se revela el maestro es a María Magdalena, su mujer según narra el evangelio de Felipe.

Luego de la muerte de Jesús, muy de madrugada, cuando todavía era de noche, ella va al sepulcro y ve que el cuerpo no está. Entonces corre a dar aviso a Pedro y a Juan. Cuando vuelve, creyendo primero que habla con el hortelano, se da cuenta que a quien tiene enfrente es a Jesús. Luego, en Emaús Jesús se aparece a dos de sus discípulos que iban de camino. Ellos creen que es un forastero hasta que lo invitan a comer, y sólo cuando parte el pan, lo ven. La tercera aparición de Jesús es a los discípulos reunidos puertas adentro por temor a los judíos. Cuando les da la paz recién entienden que es Él. Los discípulos cuentan el episodio a Tomás, quien habiendo estado ausente no les cree. Entonces Jesús se aparece a Tomás quien hace exactamente lo que quizás nosotros haríamos: le dice a Jesús demuéstrame.

Y Jesús le permite meter los dedos en sus llagas junto con decirle no dudes más, que también es una invitación para nosotros.

Tomás, que significa “el gemelo”, pasa luego de este episodio, de ser un incrédulo a uno de los más fervientes evangelistas; el suyo es uno de los más esotéricos de los que se tiene noticia. Gemelo insinúa “lee esto y serás como yo”. En el Evangelio de Tomás se dice que el Reino de Dios está dentro y fuera de nosotros y que todos somos hijos del Padre Viviente.

La quinta aparición de Jesús es en el mar de Galilea. Los discípulos, todavía asustados, habían vuelto a su quehacer habitual de pescadores, cuando un amanecer vislumbraron en la orilla una figura que les sugería echar la red al lado derecho de la barca. Esta vez, por este gesto, es Juan, el amado, quien lo reconoce.

Finalmente, la sexta aparición sucede a los discípulos en un monte poco antes de la ascensión en que Jesús “fue arrebatado a la vista de ellos y una nube le sustrajo a sus ojos” (Hechos 1, 9) La experiencia cristiana del Dios Vivo, no es la de un Jesús que vivió  hace más de dos mil años, sino la de un Jesús que sigue vivo hoy en cada uno de los que creemos en él. ¿Cuándo fue la última vez que Jesús se presentó ante nosotros y no lo reconocimos?