Soy Toth, he anudado la soga y he dado la salida a la barca, he atraído el Este y el Oeste, y a mi nivel me he elevado más alto que cualquier otro dios. En verdad yo soy el pincel con el cual el dios del universo escribe.

CONJURO 182
“SALIDA DEL ALMA HACIA LA LUZ DEL DIA”

En esta ocasión, profundizaremos en los misterios de nuestro “santo patrono” (tanto como él lo permita), y que esbozamos en un artículo anterior. Nos enfocaremos en su evolución mítica y en sus “sucesivas encarnaciones”, iluminando en distintas épocas, el puente entre nuestra consciencia y nuestro mundo interior.

SERES SAGRADOS

Ya sea que lo llamemos Tao, Dios, Arjé, Naturaleza, Ser, Todo, Uno o Brahma, quienes en la antigüedad lograban el estado de “unidad” con dicho estado, eran considerados seres sagrados. Chamanes, profetas, filósofos, hierofantes, guerreros, reyes o avataras (1) , eran el pilar fundamental de sus comunidades, trayendo religión, ley, filosofía, política, medicina, arte y ciencia. Luz en épocas oscuras (2). En “El Héroe de las Mil Caras” Joseph Campbell escribe:

“El Héroe, por lo tanto, es el hombre o la mujer que ha sido capaz de combatir y triunfar sobre sus limitaciones históricas personales y locales, y ha alcanzado las formas humanas generales, válidas y normales. De esta manera, las visiones, las ideas y las inspiraciones surgen prístinas de las fuentes primarias de la vida y del pensamiento humano. De aquí su elocuencia, no de la sociedad y la psique presentes y en estado de desintegración, sino de la fuente inagotable a través de la cual la sociedad ha de renacer. El Héroe ha muerto en cuanto hombre moderno; pero como hombre eterno -perfecto, no específico, universal- ha vuelto a nacer. Su segunda tarea y hazaña formal ha de ser (como Toynbee declara y como todas las mitologías del mundo declaran) volver a nosotros transfigurado y enseñar las lecciones que ha aprendido sobre la renovación de la Vida”.

Los seres humanos poseemos una capacidad innata para simbolizar y mitificar. Según Yuval Harari en “De Animales a Dioses”, esta capacidad nos permitió crear grandes “relatos” que permitieron desarrollar la colaboración entre muchos grupos prehistóricos, cosa que determinó el florecimiento del homo sapiens por sobre otros homínidos. Este es el poder de los mitos, en especial el de aquellos referidos al Héroe que aglutina a una comunidad con su aventura, trae nuevas enseñanzas y renueva el mundo.

UN LEJANO SACERDOTE EGIPCIO

Como vemos en nuestro curso de “Jung y el Kybalión”, uno de los primeros personajes históricos que emerge como una prueba del poder del mito del Héroe o Avatara, es el egipcio conocido como Imhotep (2690-2610 A.C. aproximadamente). Su nombre aparece en una serie de papiros y estelas jeroglíficas como sumo sacerdote de Heliopolis, y como Chati, o primer ministro, del faraón Zoser, que reinó entre el 2665 y 2645 A.C. Se le describe como alguien ligado a muchas ciencias. Primero, como arquitecto y constructor, pues sería el padre de la primera pirámide egipcia (y la única escalonada): la mastaba de Saqqara (Fig. 1, izquierda), erigida alrededor del 2600 A.C. según la Arqueología tradicional:


Fig. 1

El diseño y construcción de este edificio, y su orientación astronómica supone la maestría en matemáticas, geometría, física y astronomía (y por ende astrología). También Imhotep aparece mencionado en el papiro de Edwin Smith (Fig. 1 central, datado entre el 1580-1550 A.C.), referido al arte de la medicina, no como práctica mágica, sino como compendio de tratamientos y prescripciones de hierbas medicinales. Pero, sobre todo, Imhotep es asociado a la importantísima función del registro. Los escribas eran los encargados de registrar y archivar toda la información importante requerida para la administración del imperio. Recordemos que la cosmovisión egipcia se ve a si misma como “el espejo del cielo en la tierra”. Por lo tanto, se registraba todo hecho terrestre y celeste, los cuales eran estudiados en los templos. De dicho análisis se extraían leyes y principios que constituían una suerte de primera ciencia aplicada (3), pero que no desterraba lo mágico y numinoso. Se conoce a Imhotep como patrono de los escribas (tal como se lo representa en esta estatuilla en el Museo del Louvre, Fig. 1 derecha). Esta amalgama o conjunción de saberes teóricos y prácticos, numinosos y materiales se conoce como “Sabiduría”.

EL FARAÓN Y SU PRIMER MINISTRO

En primera instancia, Imhotep fue considerado hijo del dios primordial y creador Ptah, señor de la Magia, las Artes y los Oficios, y del cual todos los otros dioses, sus hijos, representan un atributo. Dos de ellos, muy destacados, son Horus (Fig. 2, izquierda), el dios con cabeza de halcón, el pájaro que se eleva más alto y puede contemplarlo todo, el corazón-consciencia de Ptah, y faraón del Egipto cósmico; el otro es Toth (Fig. 2, derecha), la lengua de Ptah, el dios con cabeza de Ibis, el pájaro que en tierra se alimenta de los brotes de papiro que crecían a las orillas del Nilo (el papiro era el soporte de la información) y devora serpientes. El primero es un dios solar (emite luz), el segundo lunar (refleja la luz). Ambos son pájaros, símbolos de aire, de intelecto, de sabiduría. Uno es el rey, el otro es primer ministro. Esta estructura se repetía en el gobierno terrestre, y así como el faraón era un avatara de Horus para gobernar sobre Egipto, Imhotep quedó identificado como avatara de Toth.


Fig. 2

EL DIOS QUE REGISTRA

En términos modernos, podríamos decir que Toth es el Dios del Know How y del Big Data. Recopila grandes cantidades de información de distintos aspectos (es el señor de los calendarios, del registro celeste y terrestre), y sabe como organizarla para extraer Sabiduría de ella, con el objetivo de ayudar a Horus a reinar el cosmos egipcio. Es además su portavoz. Para ello (y por su filiación con Ptah, el artífice), crea las letras, los números y una serie de otras ciencias. Por ello su imagen más extendida lo muestra sosteniendo una tablilla y una pluma de escritura.

Toth es protagonista de dos hechos simbólicos muy importantes. El primero es el pesaje del corazón del difunto (Fig. 3), momento clave en el viaje del alma al paraíso luego de morir, representado en el Papiro de Ani. Si el peso del corazón era mayor que el peso de la pluma Maat (símbolo de justicia cósmica) el alma del difunto era devorada por el cocodrilo Ammit. Si el peso era menor, accedía a la presencia de Osiris y al Amenti. Todo bajo la presencia y el registro de Toth (4):


FIG. 3

Por esta relación con los muertos, también puede considerarse a Toth como una divinidad psicopómpica. Toth es, pues, un daimón organizador de lo registrado (los hechos, eventos y fenómenos del cosmos), creando las primeras herramientas para ello, y cuyo objetivo es ayudar a su hermano, soberano del cosmos, en su tarea. Por ello puede estar en la Tierra y en el Cielo. Estas características se aprecian claramente en el otro hecho simbólico importante, esta vez recopilado por un griego, Platón, en un mito incluido en su diálogo llamado Fedro, llamado el “mito de Toth”.

No todas las herramientas que Toth crea tienen el efecto que busca. Solo un dios más elevado (como Horus, el halcón que todo lo ve) puede preverlo. Toth es su portavoz, y crea la escritura para favorecer dicha función. Es un dios comunicativo, el dios de una incipiente red social, de una proto-internet. Y tal como ocurre en la actualidad, el mito nos pone en guardia acerca de sus implicancias. En cierto modo, puede verse a Toth como un dios joven, dado el menor alcance de su visión. Una fuerza creativa que se empieza a manifestar en la consciencia humana. Es un Ibis, un ave más cercana a la tierra que el halcón. Pero las artes que deja sembradas serán semillas potentes y misteriosas.

DESTINO: GRECIA

Alguna causa desconocida y poderosa designó a Grecia como “cuna” del pensamiento occidental. O al menos eso es lo que nos han enseñado en una mirada tradicional de la historia. Se tiende a pensar en el desarrollo de la civilización griega como algo “auto-generado” y casi espontáneo. En su conocida serie (y libro posterior) “Cosmos”, Carl Sagan resume esta idea:

Sin embargo, la influencia egipcia en la civilización griega recién comienza a ser apreciada en su enorme dimensión. Todo ciudadano griego destacado viajaba a Egipto, para cursar un “Magister” o “Doctorado”, luego de participar en los ritos mistéricos de iniciación que se celebraban en Eleusis, o de recibir un mandato del oráculo de Delfos. Una muestra evidente se encuentra en el segmento inicial del diálogo platónico “Timeo, o de la Naturaleza”, donde el viajero Solón conversa con los sacerdotes egipcios acerca de la historia antigua de su hogar, y ante la ignorancia del griego, el sacerdote más viejo exclama que los griegos son como niños porque no tienen historia. En su interesantísimo ensayo “Egiptosophia”, Octavi Piulats nos expone una pequeña lista de los “graduados” griegos en Egipto:

“El viaje a Egipto era casi una institución entre los primeros intelectuales helenos. La lista de los viajeros a Egipto es impresionante y vale la pena recordarla, como lo hacen Heródoto y Diodoro y, más tarde, Diógenes Laercio y Porfirio. Se inicia posiblemente con Orfeo, luego Museo, Melampo y el arquitecto y escultor Dédalo. También las fuentes, y en especial Diodoro, aseguran que Homero viajó al país del Nilo, y algunas, incluso, lo relacionan familiarmente con Egipto. Licurgo de Esparta, legislador como Solón, viajó al delta y luego se extendió el rumor de que algunas leyes espartanas eran de inspiración egipcia. El viajero más ilustre de la época arcaica fue el historiador Heródoto. De los siete sabios y los presocráticos, el primero pudo haber sido Ferécides de Siros, casi seguro Epiménides también, Jenófanes de Colofón, y Tales de Mileto, cuyo viaje a Egipto es famoso, así como su discípulo Anaximandro, y sobre todo Pitágoras de Samos, cuyos contactos con Egipto fueron los más profundos, así como Empédocles de Acragas. El matemático Eudoxo, el físico Arquímedes, y Demócrito de Abdera y Enópides de Quíos, y el fabulista Esopo. También Hipócrates de Cos el fundador de la Medicina racional helena, y probablemente Heródicos de Selimbria, y por supuesto el mismo Platón, aconsejado por los pitagóricos, viajó a Egipto. De algunos casos poseemos hasta los nombres de los maestros de los viajeros griegos: Plutarco menciona a Oinuphis de Heliópolis como maestro de Pitágoras, y Clemente de Alejandría, el archiprofeta Sonchis. El mago persa residente en Egipto Ostanes fue el maestro de Demócrito, y Platón fue instruido por el helipolitano Sechnoufis. De Pitágoras y Egipto poseemos muchos datos, sabemos que visitó casi todas las escuelas teológicas en Heliopolis, Menfis y Tebas; por Clemente de Alejandría sabemos que aprendió el lenguaje jeroglífico, y Jámblico asegura que fue uno de los pocos helenos en entrar en los adyton (capillas interiores) de los templos y que fue iniciado en los misterios de la religión egipcia. Algo parecido sucede con Platón: según Strabon, él y Eudoxo permanecieron en Egipto trece años, y Plutarco nos indica que Platón, Simias y Ellopion permanecieron en Menfis con la intención de filosofar con el profeta Chonouphis, y Jámblico insiste en que Platón conocía los jeroglíficos ya que leyó las estelas de Hermes-Thot”.

La lista habla por si misma. Una corriente de ideas y personas fluyó de un lugar a otro, y empezó a construir el sustrato arquetípico necesario para el surgimiento de la cultura griega. Entre otras cosas, la nueva “encarnación” que Toth asumirá en Grecia. Los griegos que viajaron a Egipto lo identificaron con su dios arcaico llamado Hermes, un dios olímpico, hijo de Zeus y la titánida Maia (5). Se le representa como un joven atlético, dotado de alas en su casco y sus sandalias, y portando en las manos un atributo muy especial: el Caduceo.


FIG. 4

EL DIOS-PÁJARO SE TRANSFORMA EN DIOS-HUMANO

Podemos apreciar un cambio interesante en la imagen arquetípica de esta fuerza organizadora. En concordancia con el espíritu griego, que otorga al hombre una posición muy destacada en el cosmos, asume ahora el aspecto humano. Muta de un dios zoomorfo a uno antropomorfo, aunque Hermes mantiene ciertos atributos primigenios de Toth: posee alas. Ambos comparten el hecho de ser un dios del aire, simbólicamente asociado al pensamiento. Sin embargo, la aplicación que cada uno de estos dioses hace del pensamiento, es muy diferente. Mientras en Toth se destaca la Sabiduría como atributo organizador del cosmos, en Grecia, éste se encuentra más vinculado con una hermana de Hermes, la diosa Atenea, regente de una sabiduría “más formal”. En Hermes el pensamiento se asocia a su rapidez (de ahí las alas), vale decir, ingenio y astucia. Esto transforma a Hermes en el dios negociador por excelencia. Es así como obtiene el caduceo, al intercambiarlo con Apolo por la lira que había inventado luego de su nacimiento. Varias hazañas míticas de este tenor impresionaron a Zeus, quién nombra a Hermes como “el mensajero de los dioses” (tal como Toth era el portavoz del faraón Horus). Sin embargo, esto tiene un simbolismo más profundo asociado a su naturaleza más esencial.

DIOS DE FRONTERAS

El nombre de Hermes proviene del griego “hermas”, como se denominaba a los montones de piedras que señalaban los límites de lugares, fronteras o bifurcaciones de caminos. Por lo tanto, la esencia de Hermes está asociada a las dualidades. Es el señor del intercambio, de la negociación, de la mediación, ya sea material (como dios del comercio y los pillos) o espiritual (como mensajero de los dioses, como psicopompo o guía de las almas entre los mundos). Es un símbolo muy potente asociado al mundo intermedio de la psiquis, pues es el dios de la conjunción de opuestos, cosa que en su posterior encarnación lo transformará en el señor de la Alquimia. En el plano psicológico puede ser asociado a estados disruptivos donde las dualidades interiores se manifiestan con fuerza, y requieren de “su presencia”, para su conjunción y posterior nacimiento de una nueva fuerza o estado. Es también, en este sentido, dios del tránsito y la transformación. Esta interrelación de las dualidades, que culmina en una nueva unidad es el sentido del Caduceo:


FIG. 5

Para la Psicología de los Arquetipos de Jung, Hermes es un dios fundamental. Al ser un dios de fronteras, es un símbolo muy adecuado para representar la Psiquis y sus movimientos entre el consciente y el inconsciente. En el artículo “El Espíritu Mercurius”, Jung se refiere a esta fuerza psicológica de la siguiente forma: “Mercurius consiste en todos los opuestos concebibles. Es una dualidad explícita que, sin embargo, es continuamente denominada unidad, aunque sus innumerables contradicciones internas pueden separarse dramáticamente en igual cantidad de figuras aparentemente autónomas. Es físico y espiritual. Es el proceso de transformación de lo inferior, físico, en lo superior, espiritual, y viceversa […] Mercurius es el logos que se ha vuelto mundo. Podríamos apuntar a que fundamentalmente es idéntico a lo inconsciente colectivo, pues el cielo estelar parece ser, tal como intenté demostrarlo antes, una representación de la peculiar constitución de lo inconsciente”.

Es un dios asociado también a la dualidad del Guía numinoso. Por un lado, es psicopompo, o guía de almas. Por otro lado es un Trickster, o engañador, que puede perder o confundir a quién lo sigue. En su condición de dios fronterizo, mediador y mensajero divino, es tanto el señor de las revelaciones, como el daimón asociado a los fenómenos de Sincronicidad, que unen Psiqué y Materia. En resumen, un dios psicopompo y vinculante.

LA ALQUIMIA DEL MAR MEDITERRÁNEO

Tal como ocurrió con muchos aspectos de la cultura griega, la civilización romana adoptó casi literalmente el panteón de dioses griegos. En Roma, Hermes tomó el nombre de Mercurio, conservando prácticamente todas sus características. Y así como la civilización egipcia era mistérica y la griega filosófica, la civilización romana era práctica y pragmática, llegando a dominar todo el mundo conocido. Sin embargo, en materia religiosa era profundamente abierta y liberal. En Roma se encontraban presentes todas las religiones de los pueblos del imperio. Templos de Isis y de Mitra convivían con los dioses grecolatinos. Esto produjo que la cuenca del mediterráneo se convirtiera en un atanor o vaso alquímico para la incubación y gestación de numerosas corrientes de pensamiento, basadas en las tradiciones religiosas y mágicas que habitaban unas al lado de otras. Corrientes filosóficas helenísticas como el Estoicismo, el Neoplatonismo y el Epicureismo eran vecinas de prácticas de hechicería egipcia y oriental, de Astrología babilónica y Numerología pitagórica (alrededor del 300-200 A.C.). A esto se suma posteriormente el nacimiento y ascensión del Cristianismo que aporta fuentes judaicas, entre ellas, la Cábala y el Gnosticismo. Quizás el símbolo más potente de este período y su ebullición filosófica y religiosa es la Biblioteca de Alejandría.

EL VIEJO SABIO

Con la victoria definitiva del Cristianismo ortodoxo sobre otras confesiones (en particular la gnóstica), y su imposición como religión oficial del imperio romano en el Edicto de Milán (313 D.C.) promulgado por Constantino, el espíritu organizador y vinculante del cosmos, que antes representaron Toth y Hermes-Mercurio, sufrió una nueva mutación. La situación religiosa y política hizo que toda una serie de ciencias y saberes “paganos y heréticos” pasaran a la Sombra colectiva del continente europeo, durante el milenio conocido como la “Edad Media”. Sin embargo, esta nueva mutación se mostró muy activa, y se encarnó en un nuevo personaje mítico, el sabio Hermes Trismegisto:

FIG. 6

La figura nos muestra a un anciano sabio, un Senex, que sostiene, ya no un caduceo, sino un símbolo de totalidad como es la esfera. Señala, además, la conjunción de opuestos tradicional de la Alquimia: Sol-Luna. Mantiene el poder sobre los opuestos, pero ya no es joven ni tiene alas. Es un Hermes que ha evolucionado. Es ahora un maestro, un guía de almas a través del conocimiento aplicado en la tierra. Y con sus obras, estimulará el retorno a las fuentes grecorromanas, trayendo de paso el período conocido como el Renacimiento.

Llamado el “El Tres Veces Grande” (filósofo, sacerdote y médico), Hermes Trimegisto es una figura que encarna otra vez la sabiduría, aquella que no sólo nace de la observación y registro (en el caso de Toth), o la inventiva y la ligazón del cosmos (en el caso de Hermes-Mercurio), sino aquella que es necesario mantener y custodiar, y que se encuentra proscrita. Hermes Trismegisto es el autor o protagonista mítico de numerosos textos esotéricos, alquímicos, cabalísticos, filosóficos, religiosos y proto-científicos, cuya recopilación es conocida como el Corpus Hermeticum (que da nacimiento a la corriente esotérica denominada Hermetismo, y a la cual nos referiremos en un artículo posterior). Es un intento de mantener viva una tradición acallada. Para todo intelectual e investigador europeo que buscara fuera de la ortodoxia, los textos y la figura de Hermes Trismegisto era una referencia obligada. Incluso se le vincula o confunde con Moisés, en un intento sincrético con la tradición judeo-cristiana.

La importancia cultural de Hermes Trismegisto se aprecia en la siguiente figura:


FIG. 7

Las pinturas de la izquierda y del centro son obras del pintor Pinturiccio y se encuentran en el núcleo de poder del cristianismo, las cámaras papales del Vaticano. La primera representa a Hermes Trismegisto y Moisés en conversación con Isis, diosa reina del cosmos. La segunda lo representa rodeado de discípulos y bajo la esfera del zodiaco. La figura de la izquierda es el mosaico que se encuentra en el piso de la entrada de la catedral de Siena, y su leyenda dice: “Hermes Trismegisto, contemporáneo de Moisés”.

CONSIDERACIONES FINALES

La influencia cultural de Hermes Trismegisto recibió dos grandes golpes que la llevaron a su fin. El primero fue el fracaso en encontrar una unión filosófica profunda entre las corrientes herméticas y la ortodoxia cristiana imperante (el ejemplo más trágico es Giordano Bruno). El otro ocurrió a comienzos de la Ilustración, cuando el erudito filólogo francés Isaac Casaubon (1559-1614) estableció que los textos del Corpus Hermeticum habían sido escritos alrededor del 200 D.C., con lo que destruyó la creencia generalizada de que contenían “sabiduría arcana egipcia pre-mosaica”.

Pero ello no significó que el espíritu de Hermes desapareciera. A principios del siglo XX se edita en Estados Unidos un texto que recupera y resume (de una manera práctica y pragmática, muy estadounidense) gran parte de las ideas y conceptos del Hermetismo clásico: el Kybalión. El contexto era muy favorable. Tanto en Europa como en Norteamérica, las ideas espiritistas de Allan Kardec y la Teosofía de H.P. Blavatsky iban en alza, junto con la creciente popularidad de las logias masónicas, como respuesta al racionalismo y al materialismo dominantes.

Cómo exploramos en nuestro curso de “Jung y el Kybalión”, Hermes sigue vivo y activo, inspirando a aquellos que se arriesgan o que son llamados a vivir en su frontera, en el borde de dos mundos que necesitan ser comunicados. Al respecto, Jung escribe que “mi contribución sobre Hermes consiste en el intento de demostrar que el dios frecuentemente cambiante y enmarañado no murió de ninguna manera con la decadencia de la Antigüedad, sino que continuó vivo bajo extraños disfraces durante muchos siglos hasta la época actual y mantuvo en vilo la mente del hombre con sus artes engañosas y sus dotes curativas”.

NOTAS

(1): Avatara o Avatar es un término sánscrito que describe a la encarnación humana de una divinidad. En el Baghavad Gita, Krishna (encarnación del dios Vishnu) le indica a su discípulo, el gran guerrero Arjuna: “cada vez que arrecia la iniquidad, Yo vuelvo”.

(2): Los mitos asociados a estos personajes tienden a divinizarlos como “hijos del sol”, haciéndolos nacer en las cercanías de los solsticios de invierno en el hemisferio norte, cuando el sol alcanza su punto lumínico más bajo y empieza a crecer.

(3): Se sindica a Imhotep como la primera señal de lo que se denomina “el traspaso del Mythos al Logos”.

(4): Toth se asemeja acá a las divinidades hindúes llamadas Lipikas, encargados de registrar en el Akasha cada acción, palabra y pensamiento proferido por el ser humano, para la aplicación de la ley del Karma, de la cual son los “agentes”. La Teosofía popularizó el término “registro akáshico” para referirse a los archivos etéricos donde se graba el registro de la historia individual y colectiva.

(5): Una coincidencia interesante es que la madre de Hermes (que aparte de este hecho no tiene otra trascendencia mitológica) tiene el mismo nombre que el velo o carácter ilusorio que tiene el mundo, según el pensamiento oriental: Maya. Hermes, como veremos, es un dios ingenioso y talentoso.