Aquel cuya visión no pueda cubrir 3000 años de historia,
quedará suspendido en la oscuridad externa,
vivirá dentro de las fronteras de los días
Goethe, “Diván de Oriente y Occidente”
El Cine es quizás el arte más propio de nuestro tiempo. Y dentro de él, la Ciencia Ficción es el género con más libertad para “soñar posibilidades”. Todas las ideas, riesgos y beneficios explorados por Yuval Harari en sus best sellers “Homo Sapiens” y “Homo Deus”, ya fueron expuestos en la gran pantalla, por el cine de Ciencia Ficción. Es la razón por la cual, para gran parte del público, mucha de la discusión alrededor de las tecnologías NBIC (Nanotecnología, Biotecnología, Informática y Ciencias Cognitivas) es todavía mera fantasía. Sin embargo, ya están aquí, funcionando y generando un mundo nuevo, tangible, físico, y otro intangible, psíquico, con sus expresiones propias.
En nuestros cursos de Mitología hemos discutido mucho acerca de los nuevos mitos y símbolos que están emergiendo. Y también de lo cerca, y al mismo tiempo, lejos, que están aquellos con los que hemos crecido y a los que estamos acostumbrados: la imaginería cristiana, hindú, nórdica y griega (cuyos temas mitológicos son constantemente visitados por la Ciencia Ficción masiva). Algun@s alumn@s se fascinan con las posibilidades, otr@s vislumbran todo tipo de riesgos y miedos, otr@s claman por un muy sui generis “retorno a lo natural” (reduciendo el camino “espiritual” a una relación “simbiótica”, casi indiferenciada con la Naturaleza, en una curiosa expresión de infantilismo religioso). Sin embargo, y desde nuestro punto de vista, una cosa es clara: cualquier mitología emergente deberá contener a la Ciencia y la Tecnología en su seno, nos guste o no. Cualquier “retorno” a la cultura del “buen salvaje” de Rousseau sería una regresión (por muy inspiradora que sea, como el caso de la película “Avatar”). Artemisa y Apolo, Naturaleza y Civilización, dioses gemelos, deben trabajar juntos.
Integraciones
Son tiempos de integración. En Silicon Valley se contratan no solo ingenieros y técnicos, sino también biólogos, ecólogos, linguistas y filósofos, ya que sin duda, la dimensión ética será la mas compleja, en un mundo sometido al stress de un cambio monumental. Como hemos explorado en nuestro curso de Cinema Tarot y el CineClub “Linterna Mágica”, el mundo simbólico de la Ciencia Ficción mas reciente y adulta (películas como “Interestelar” y “La Llegada”) está mostrando nuevas expresiones de esa totalidad interior, potencial, que Jung denominaba el Self. Y está ocurriendo en una coyuntura histórica donde los modelos de espacio-tiempo y conciencia, donde lo religioso y lo científico, lo afectivo y lo racional, lo nuevo y lo antiguo, están en una profunda re-visión y re-descubrimiento.
Los Renacimientos
Estas coyunturas ocurren cada cierto tiempo. El antiquísimo texto sagrado hindú Bhagavad Gita se refiere a ellas como “la no buscada coyuntura que abre las puertas del cielo”. Denominaremos a la primera de ellas como el RENACIMIENTO 0. Quién conozca de Religiones Comparadas sabe que en el breve lapso de tiempo entre el 500 y el 300 A.C. emergieron las figuras de Confucio, Lao Tsé, los Presocráticos, Buda y Platón, quienes sentaron las bases primordiales de todas nuestras culturas. Hubo que esperar casi mil quinientos años para que se produjeran una nueva constelación de seres de esta magnitud (aunque entremedio aparecieran luces como Jesús y los sabios reunidos en la Biblioteca de Alejandría). Luego de un milenio de introversión oscura, en el año 1400 se desarrolla en Italia el RENACIMIENTO 1.0 que define la expansión humanista de Occidente (con sus grandes luces y sombras), y que abona el terreno para que quinientos años después, en la Europa de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX se produjera una revolución similar en ciencia, arte y filosofía: el RENACIMIENTO 2.0. Y ahora es muy probable que estemos inmersos en el comienzo de un RENACIMIENTO 3.0, con todos sus riesgos y peligros.
Psyché y Materia
El asunto es que estos “renacimientos” (como el concepto de “olas” de Alvin Toffler) se influyen e interpenetran unos con otros, antes de emerger claramente. El problema es que el alma/psyche de los seres humanos no avanza con la misma velocidad que la historia. Quizás Nietzche tenía razón en esto: es más placentera la inercia de la masa que la fuerza de la individualidad creativa. Esto es parte de un problema mayor, transversal en la historia de la civilización, y que Jung y Pauli denominaron el “problema de la Unidad Psico-física”. La forma misteriosa como se relacionan y se espejan psyche y materia, lo macro y lo microcósmico. Todas las culturas han intentado una respuesta, ya sea religiosa-mitológica, filosófica, científica o artística. Como las corrientes neoplatónicas de la Italia del siglo XV ponían al hombre justo en la mitad del contínuo entre espíritu y materia, el Renacimiento 1.0 nos legó una potente imagen para simbolizar esta idea: el “Hombre de Vitruvio” de Leonardo.
El “Hombre de Vitruvio”
El “Vitruvio” es un símbolo aún inexplorado por las corrientes junguianas y esotéricas modernas, tal como vemos en nuestro curso de Simbología. Leonardo es quizás uno de los pocos seres humanos sin espacio ni tiempo. Encarnó el espíritu de su época y construyó su símbolo mas poderoso:
La integración de mundos es la principal característica de este símbolo (que desde la perspectiva de Jung es un poderoso Mandala). Y esa integración se produce y es producida por el hombre. Este antropocentrismo ha sido nuestro fundamento desde el “Renacimiento 1.0”. No hay una divinidad en el centro. Pero esto NO significa que lo Numinoso no esté presente (recordamos acá el lema que Jung grabó en el dintel de su puerta: “Invocado o no, Dios está presente”). Está presente en la Geometría, y más profundamente, en los arquetipos numéricos con los que el “Vitruvio” está construido. Tal como Jung lo menciona en una entrevista hecha por Richard Evans en 1957, “el mandala es una forma arquetípica tradicional. Es lo que llaman en Aritmética la cuadratura del círculo, el cuadrado en el círculo, o el círculo en el cuadrado. Es un símbolo antiquísimo, que va desde la prehistoria del hombre, y aparece en todo el mundo. Expresa la deidad o el Self, y estos dos términos están psicológicamente muy relacionados, lo que no quiere decir que yo crea que Dios es el Self o que el Self es Dios”.
Tal como exploramos en nuestro curso de Geometría Sagrada, el “Vitruvio” es un símbolo del Self. Es quizás uno más próximo a nuestra época de predominio de la Razón (de ahí su carácter profundamente geométrico). Pero no solo contiene Ciencia, sino también Arte y Biología. En una época como la nuestra, donde la teoría de sistemas descubre cada vez mas profundamente la relación entre forma (arquetipo geométrico) y función (propósito) en varios niveles, el “Vitruvio” es aún un símbolo por abrir.
Por un lado es “número cuantitativo”: las marcas inferiores en la imagen establecen medidas egipcias con las cuales Leonardo definió proporciones precisas para el cuerpo humano ideal. Basado en estos conceptos y en el estudio de los sólidos platónicos amados por Leonardo, el maestro coreógrafo alemán Rudolf Laban exploró la relación entre movimiento, danza y espacio, revolucionando la danza contemporánea, y abriendo espacio para su integración terapéutica, tal como la Euritmia de Rudolf Steiner:
Por otro lado, el “Vitruvio” es “número cualititativo”: las relaciones entre sus números enteros y las proporciones PI y FI, simbolizan la relación entre el Todo y la Parte, entre el adentro y el afuera, como vemos en nuestros cursos de Numerología Arquetípica. El poder de estos arquetipos son patentes en las sesiones de Exploración del Mandala Numerológico de una persona.
La integración (o en términos vitruvianos, la cuadratura del círculo) produce la creación. El Vitruvio es un símbolo dual que se sintetiza en una unidad, y cuando eso ocurre, la unidad es sinónimo de totalidad. Y todo esto ocurre simultáneamente.
Sombras Geométricas
Sin embargo, el proceso de “cuadrar el círculo” (tal como vemos en la siguiente imagen alquímica de Michael Maier) es en extremo delicado y peligroso, por su naturaleza dualística:
Wolfgang Pauli, premio Nobel de Física 1945, que desarrolló junto con Jung el principio de Sincronicidad, fue muy consciente de esto. En una carta a Jung de 1956 escribe: “es muy estrecho el verdadero camino (hacia una verdad científica o de otro tipo), nos lleva a través del Escila de un misticismo difuso y el Caribdis de un racionalismo estéril. Este camino estará siempre lleno de trampas, y uno puede caer hacia un lado u otro”.
El drama de nuestro tiempo es que dimos el paso en falso y caímos en las fauces de Caribdis. El Vitruvio se polariza hacia el cuadrado y queda atrapado en él.
La Sombra del Arquetipo Numérico
Los Números tienen esa cualidad tan propia de los símbolos alquímicos, de ser “tesoros” despreciados por los ignorantes y amados por los sabios. Al final de su vida, Jung concluyó que eran los arquetipos fundamentales. Al tratarlos como tal, reconoció en ellos una enorme potencia simbólica, por su capacidad de crear estructuras y unir mundos. Pero también poseen Sombra, y ésta se manifiesta en la polarización hacia lo cuantitativo en desmedro de lo cualitativo. Con ello el arquetipo numérico pierde parte de su esencia, y se reduce a mero número. Y como el Número es el arquetipo más primordial, actúa sobre la consciencia desde esa esfera, construyendo el paradigma de nuestra actual civilización: “solo existe aquello que puedo contar, medir, registrar”. El emerger de nuestro actual “Renacimiento 3.0” tiene esta premisa en su núcleo. Su teórico mas popular y radical es Yuval Harari con su apología del Transhumanismo, la doctrina filosófica que postula que pronto el Homo Sapiens será sustituido por el Homo Deus, gracias a la tecnología, que le permitirá al ser humano transformarse y mejorarse a si mismo. Como dijimos al principio, ya no es ciencia ficción. Es ciencia lejana, pero posible. Como el número es cantidad, y la principal característica de la materia es la cantidad, estamos en presencia de la extrema polarización del arquetipo más primordial. Su impacto en la Psiquis es por lo tanto, la tendencia materialista.
Una Neurosis paradigmática
En su hermoso libro “Hermes y sus hijos” el psicoanalista Rafael Lopez Pedraza, explora la tendencia cuantificadora en las conductas psicópatas. Las personalidades psicópatas tienden a llevar un registro muy preciso de sus actividades. Nuestra sociedad muestra una inquietante tendencia a la cuantificación del mundo: la preocupación constante por el PIB de cada país, el ingreso per-cápita, el registro numérico de los ciudadanos, el sueldo de los distintos estratos sociales, el número de muertos en Siria, Gaza e Irak (que finalmente invisibiliza el verdadero drama), el número de contagiados por el último virus descubierto, el número de calorías en los alimentos para una salud ideal, las fluctuaciones de la Bolsa mundial, los puntajes de ingreso a las universidades en distintas partes del mundo, el número de meditaciones diarias necesarias para lograr la “paz interna”, etc. “Si no se te puede cuantificar, no existes”, “si no puedes cuantificar lo que haces , no eres productivo”. Incluso el inconsciente, dominio tradicional de la Psicología, es ahora material de trabajo cuantificable gracias a la Internet y al Big Data. Nuestras pautas de uso de Internet son constantemente monitoreadas por algoritmos, que modelan y predicen nuestro comportamiento, y construyen modelos de personalidad de una elevada confiabilidad. En “Wired”, una de las publicaciones tecnológicas mas populares del mundo, su editor en jefe Chris Anderson escribía: “adios a toda teoría del comportamiento humano, desde la lingüística hasta la sociología. Olvida la taxonomia, la ontología y la psicología. ¿Quién sabe por qué la gente hace lo que hace? La cuestión es que lo hace y que podemos seguirlo y medirlo con una fidelidad sin precedentes. Con suficientes datos, los números hablan por si mismos”. El inconsciente colectivo e individual tiene un reflejo digital, y nuestra tecnología puede leerlo, interpretarlo e incluso influenciarlo, como reveló el escándalo de Facebook y Cambridge Analytica, y las filtraciones hechas por el hacker Edward Snowden. En su notable libro “Psicopolítica”, la actual superestrella de la filosofía, el coreano-alemán Byung-Chul Han, critica este estado de cosas, observando que “el Big Data sugiere un conocimiento absoluto. Todo es mensurable y cuantificable. Las cosas delatan sus correlaciones secretas que hasta ahora habían permanecido ocultas. Igual de predecible debe ser el comportamiento humano. Se anuncia una nueva era de conocimiento. Las correlaciones sustituyen a las causalidades. El <<ello es así>> sustituye al <<por qué>>. La cuantificación de lo real en búsqueda de datos expulsa al espíritu del conocimiento”.
Dataísmo
El dataísmo es la “tecno-religión” que emerge. La obsesión por el dato, el “dataísmo”, es la consecuencia de la polarización del arquetipo numérico hacia su aspecto cuantitativo, el Vitruvio prisionero del cuadrado. La relación entre Macrocosmos y Microcosmos, entre hombre y ambiente, es eminentemente económica. Expresa una necesidad exacerbada de control, propia de los titanes de la mitología griega. Una polémica identificación con el Self. Pero lo cuantitativo no contiene al sentido. Es lo cualitativo, lo subjetivo donde el sentido halla su expresión. En este contexto, el mundo simbólico corre peligro. Así, la mitología se reduce a una mera “capacidad narrativa socialmente aglutinante” de acuerdo con la concepción de Yuval Harari, y pierde la condición de vehículo de verdades psíquicas y espirituales.
La Experiencia del Hombre de Vitruvio
Sin embargo, el Holismo goza de buena salud. Se están produciendo interesantísimas integraciones entre Psicología, Matemáticas, Biología, Física y Ciencias Sociales. Ahí están los trabajos de Bruce Lipton en Biología, el legado de Francisco Varela en Neurociencias, las investigaciones de Harald Atmanspacher en Acausalidad y Sincronicidad. Paradójicamente, es gracias a la Ciencia que el Holismo se está limpiando de la nefasta carga del New Age regresivo, e integrando ideas que el esoterismo clásico, como vemos en el curso de Jung y el Kybalión, ya manejaba hace mucho en el lenguaje propio de su época. Es necesaria la activación del sabio renacentista, quizás el modelo humano más integrado que conocemos.
El Esoterista clásico es científico, artista, filósofo, místico, etc. sin caer en la dispersión, porque posee la Gravitas, la fuerza de gravedad espiritual que atrae los mundos. Y la Gravitas es en parte mérito propio, y en gran parte Deo Concedente. El Esoterista clásico es alguien que se ha sometido a la prueba del “Hombre de Vitruvio”, ha soportado las tensiones entre lo circular y lo cuadrado sin caer en polarizaciones, y sale de esa experiencia un poco más proporcionado, un poco más integrado.