A mi hombre le gustan los causeos, los caldos criatureros, el pebre cuchareado y todos aquellos sabrosos condumios de la honrosa cultura guachaca. Y aunque se mueve como pez en el agua en sitios refinados, él prefiere “la picá” y la fuente de soda: adora la cazuela, el pernil, el arrollado, la parrilla, el ají, el pan amasado y el chancho en piedra.
Hoy me invitó a conocer su flamante nueva oficina ubicada en calle Agustinas, y por supuesto, a almorzar en una de sus picadas favoritas, el D´jango.
Luego de conocer su reducto ubicado en uno de esos bellos edificios antiguos que todavía sobreviven en el centro de la ciudad y que aún resplandecen de glamour con su estética vintage,- amplitud, mucho bronce, pisos en damero, y una especie que yo creía en extinción: ascensoristas-, me condujo al D´jango.
Apenas se atraviesa el umbral de la puerta se siente uno en otra época, o al menos en la provincia. Toneles convertidos en mesa se alinean en la entrada recibiendo a los parroquianos. Al fondo, una escalera que conduce al segundo piso, al comedor, con mesas de madera sin mantel y antiguas sillas modelo fiscal. El menú es simple pero contundente: Pernil, costillar, arrollado, malaya, chuletas y longanizas. Papas cocidas. Cerveza, terremoto, pipeño y chicha. No apto para vegetarianos ni para señoritas remilgosas. Bien guachaca, totalmente guachaca si entendemos como guachaca el amor por lo popular, por la gente sencilla, por la tierra natal, sus costumbres y tradiciones.
Django, Alonso Ovalle 871, entre Serrano y Londres.
Gracias por la publicación, pero debo agregar algunos detalles, la correcta postura de la señora que atiende en el mesón-caja ante la otra única mujer en el local, un local permanentemente embanderado (Chile), donde se escucha sólo música chilena, en particular tonadas al más clásico estilo de Clarita Solobera, desde su inaguración hace ya más de 46 años y que conocí junto a mi abuelo unas vez al mes en los días de pago de su jubilación, donde al igual que a muchos viejos le gustaba hacer la cola del banco en el centro de Santiago.
No perderse un plato Django consistente en un pernil más dos chuletas y dos papas cocidas. El recorrido y de más largo aliento debe continuar por san Diego en dirección al Restaurante Las Tejas y más conocido o tan conocido como Chicha-Chancho-Shop, cine Normadie, concluir parado en el eje ciudadano dado por La Moneda, calle Bulnes, Parque Almagro e Iglesia de Los Sacramentinos, no me gusta al mástil y bandera gigante de Chile, que ensucia el eje antes mencionado y que se despejó al sacar la “llama de la libertad”. En fin me podría alargar pero prefiero recomendar a mis amigos de Historia de la UC en el siguiente link http://mapocho.org/2011/03/08/cultura-mapocho-invita-a-un-nuevo-ciclo-de-recorridos-patrimoniales-por-santiago/.
Me faltaron dos lugares significativos en torno al Django, la sede del Partido Socialista en calle París y la Gran Logia de Chile en Marcoleta.